Sandino Bucio es la mejor prueba
- contratiempomx
- 29 nov 2014
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Paco Montaño.
Dos días bastan para percibir la situación en México.
Día uno: después de dos meses de silencio, el presidente es el último en decir que él también es Ayotzinapa, anuncia una serie de medidas muy cuestionables pero que, afirma, están encaminadas a que estas crisis no se vuelvan a repetir.
Más centralismo, más policía, más economía, más proyectos indefinidos sobre acceso a la justicia. Declara que comparte el dolor, la angustia y la incertidumbre. En un cargo ejecutivo, asumir una responsabilidad después de dos meses de ocurrida la tragedia ya no es asumir la responsabilidad.
Se habla de paz, de unión, de consenso, cuando justo es eso lo que en México no funciona. El ansia de paz se confunde con la evasión de un conflicto evidente; no se distingue que la unión de los mexicanos cada vez es más una unión de la sociedad civil contra una clase política paralizada e instituciones débiles, que incurren continuamente en prácticas discrecionales, corruptas, impunes. Se habla de consenso cuando en realidad se quiere hablar de la supresión de la discusión, de dejar todo en manos de los mismos gobernantes que al mismo tiempo que se dicen libres de culpa, devuelven la casa.
Día dos: la instancia policial más centralizada del país, después del Ejército, detiene arbitrariamente, golpea e intimida a un estudiante, Sandino Bucio, plenamente involucrado en labores de solidaridad con el caso de #Ayotzinapa, ¿#TodosSomosAyotzinapa pero incluso individuos adscritos a la PGR pueden detener a quien se solidariza con la misma causa que el presidente? Si lo hicieron por órdenes de sus superiores, ¿no que la política federal es la procuración de justicia para Ayotzinapa? Si lo hicieron por cuenta propia, ¿qué podemos esperar de las policías estatales, menos controladas obviamente, que la SEIDO, una instancia dependiente de la mismísima PGR? ¿cuál es la congruencia entre asumirse como parte de los indignados y después continuar con las acciones que tanto indignan y provocan la violencia del ciudadano?
Sandino Bucio es la mejor prueba de que a Enrique Peña Nieto no le preocupa ni el esclarecimiento del caso Ayotzinapa, ni la procuración de justicia, ni la seguridad de la población, ni en última instancia la opinión pública. Le preocupa la gobernabilidad del país, mantener la paz así sea a costa de policías estatales al servicio del narcotráfico o gobernadores que intimidan periodistas (Fidel Herrera, Miguel Marín), toleran feminicidios (José Reyes Baeza, Eruviel Ávila o el mismo EPN) o usan el erario público a conveniencia privada (Arturo Montiel), evaden responsabilidades (Eduardo Bours) y no son castigados. Y para eso sí sirve el centralismo, la policía, el control del ciudadano.

Sandino Bucio es la mejor prueba de lo que para el Presidente significa el grito de #TodosSomosAyotzinapa: un lugar vacío, un hashtag que estorba y que más vale adoptar burdamente, sin ninguna consideración política ni comunicativa más allá del lugar vacío.
Pero también, Sandino Bucio es la mejor prueba de que los problemas en México no se solucionan con más control sobre los ciudadanos, sino sobre la clase política y las instituciones. El ejecutivo intenta restituir el Estado de Derecho a partir de una visión fundamentalmente policial, para cuidar a los ciudadanos, cuando el #TodosSomosAyotzinapa es el grito de una sociedad que es diariamente abusada por la clase política y las instituciones gubernamentales.
En ese sentido, y a partir de las declaraciones del presidente el día 27 de noviembre, la sociedad tiene que asumir las responsabilidad de proponer todo lo que la clase política evita, de alimentar el espacio público con el conflicto que el gobierno rehúye. Y de eso, no sólo Sandino Bucio es la mejor prueba, sino también un buen ejemplo.
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