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Verde inspiración: copas de Absenta y arte.

  • Isis Ordóñez
  • 11 oct 2015
  • 3 Min. de lectura

A lo largo de la Historia las sociedades y sus costumbres se ven reflejadas en el arte: los aspectos aceptados por éstas y los que rechazan se amalgaman en la pintura, el cine, la literatura y la música; también lo hacen en la política y en la vida de los individuos. Cada cultura ha experimentado con su entorno y con lo que le ofrece, pero también ha recurrido a formas de apreciación y métodos que le permiten interpretar su mundo y expresarlo.


Una forma para alcanzar la apreciación del entorno y manifestarlo que encontramos en casi todas las culturas conocidas es el uso de estupefacientes. Desde el alcohol que acompañó a Charles Bukowski (1920-1994) hasta el opio de Edgar Allan Poe (1809-1849) las drogas legales e ilegales han sido referentes en el mundo del arte. Los ‘grandes’ de las letras y de la pintura creaban sus obras mientras consumían distintos productos que les ayudaban a enfocarse, relajarse o inspirarse; queda sujeto a la opinión de cada uno el fin de su uso y los efectos (positivos o negativos) de éste.


Cada droga responde a un momento social en particular, a lo que sus actores buscan y experimentan y a lo que su formación cultural e ideológica les ha aportado. En Francia durante el momento social bohemio en el siglo XIX la vida citadina y la exaltación de París incitó a los artistas a buscar la ‘decadencia’ de su entorno y a hallar la belleza oculta en tan ‘deplorable’ entorno.


Inventada en Suiza en 1797 por el doctor Ordinaire y utilizada en un principio remedio medicinal, la absenta consiste de una mezcla anís estrellado, hinojo, melisa y ajenjo, con un alto contenido alcohólico. Por razones culturales se convirtió en una bebida popular, una que tenía su espacio en el día a día para beberse en “L’ heure verte (La hora verde)” dentro de los cafés de la ciudad y en la que los intelectuales se reunían para disfrutarla.


Oscar Wilde (1854-1900) dijo: “¿Cuál es la diferencia entre un vaso de absenta y el ocaso?”, Charles Baudelaire (1821-1867) le escribió el poema Embriáguense; Edgar Degas (1834-1917) y Pablo Picasso (1881-1973) dedicaron pinturas a esa bebida que se conocería como “Hada Verde”: retratos de lo cotidiano en los que se veía cómo se trataba de llamar a una de las nueve musas en escenarios ordinarios con protagonistas comunes y en los que se puede observar la opulencia del consumidor de Absenta en el café, con tonos marrón, ocres, verdes oscuros y con versos que exaltan las sensaciones que provoca.


Pero al ‘hada’ también le llamaron ‘Diablo Verde’ por sus efectos adversos, tales como alucinaciones y parálisis. Un ejemplo de ello es la afirmación de que Van Gogh cortó su oreja mientras estaba bajo el influjo de la absenta.


¿Cuántas obras e ideas fueron creadas, en palabras de sus hacedores, con ayuda de la bebida verde? Cientos, quizás más. Poemas y canciones alusivas a su contenido y sabor han sido hechas para expresar al observador cómo su uso era apreciado, cómo su consumo fue un factor más para la carrera de algunos pintores y escritores.


Finalmente no se trata de indagar más sobre qué drogas han usado y usarán las personas en distintas épocas, esa tarea le corresponde a otras disciplinas y, en su momento, se cuestionarán los motivos y fines de su uso. Tampoco se trata de exaltar o satanizar a la Absenta por sus propiedades (como dije eso se ya queda a juicio de cada uno), sino de conocer un poco más sobre uno de los elementos que fue parte de los hábitos de la sociedad europea y que impulsaron a las artes durante mediados y finales del siglo XIX, así como a principios del siglo XX.


Una colaboración de ContratiempoMX y DJóvenes

 
 
 

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