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El caso de Lesvy Berlín Osorio Martínez: Una reflexión feminista en el contexto de la violencia femi

  • Nelly Lucero Lara Chávez
  • 19 may 2017
  • 7 Min. de lectura

Profesora, FCPyS , UNAM

Correo: nelly_lucero@hotmail.com


Es indignante el asesinato perpetrado contra la joven mujer de 22 años, Lesvy Berlín Osorio Martínez, ocurrido en Ciudad Universitaria, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la máxima casa de estudios del país. Es indignante y triste porque delata la vulnerabilidad a la que nos enfrentamos las mujeres en un espacio que tendría que garantizar nuestro libre desarrollo como ciudadanas, estudiantes y académicas. Ante casos tan trágicos como este es imperioso recuperar el feminismo, sus propuestas y denuncias, para tomar acciones concretas que coadyuven a la erradicación de todas las formas de violencia cometidas en contra de las mujeres.




Pensar que el Acceso a una Vida Libre de Violencia no se garantiza en un espacio concreto, y por supuesto simbólico, como lo es la UNAM, da cuenta de la terrible situación que enfrenta el resto del país en lo referente a la violencia genérica perpetrada contra las mujeres. Siempre se ha dicho que la UNAM es el síntoma de lo que ocurre en el resto de la nación. De tal manera que si en la UNAM hay misoginia, violación, acoso y asesinato, cómo imaginar las cosas aterradoras que ocurren más allá de sus fronteras, en particular contra las mujeres.


Los factores que se concatenan para explicar lo ocurrido aquélla madrugada del miércoles 3 mayo pueden ser diversos, sin embargo, hay elementos que no se pueden soslayar: el primero, es el lugar donde ocurrieron los acontecimientos, un espacio académico dedicado a la reflexión de los problemas que enfrenta la sociedad (y que desafortunadamente no está exento de expresiones de desigualdad); y segundo, la dimensión de género: el asesinato de una mujer, que inevitablemente nos convoca a tener una postura de género feminista ¿Por qué? Porque el asesinato de mujeres en México no puede ser leído fuera de los marcos estructurales del patriarcado que han hecho de este país un lugar violento y feminicida.




Ampliaré el primer punto: lo que tiene que ver con el lugar. El feminismo ha reflexionado ampliamente sobre la relación directa que existe entre los lugares y la violencia de género. En este tenor, ha demostrado que mientras los espacios sean más riesgosos las posibilidades de enfrentar violencia aumentan, por ende, el cuidado y atención a los espacios abona al libre desarrollo de las personas que los habitan. De tal manera que todas las ciudades del mundo deberían tener un proyecto que edifique ciudad y ciudadanía a la vez. En el caso de Ciudad Universitaria de la UNAM

no estamos hablando de cualquier lugar: es un espacio donde se construye conocimiento y además está destinado a albergar bibliotecas y obras artísticas, motivo por el cual está catalogada por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) patrimonio cultural de la humanidad. En este sentido, se pensaría que las condiciones estéticas y de seguridad tendrían que ir de la mano, aunque no siempre sucede así.


El segundo punto es el de la violencia genérica. Para comprender cómo se llega a configurar una sociedad donde el asesinato de las mujeres acontece todos los días, es indispensable revisar la categoría de patriarcado, es decir, ese “orden social genérico de poder, basado en un modo de dominación cuyo paradigma es el hombre. Este orden asegura la supremacía de los hombres y de lo masculino sobre la inferiorización previa de las mujeres y de lo femenino” (Lagarde, 2001:52). El orden patriarcal impone formas de dominio y opresión sobre las mujeres que se manifiestan a través del sexismo, la misoginia, la burla y la violencia de género.




La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, publicada 1 de febrero de 2007 en el Diario Oficial de la Federación, señala que existen tipos y modalidades de violencia genérica contra las mujeres. Los tipos de violencia son: la violencia psicológica, la violencia física, la violencia patrimonial, la violencia económica y la violencia sexual. Mientras tanto las modalidades son: violencia familiar, la violencia laboral y docente, la violencia en la comunidad, la violencia institucional y la violencia feminicida. Esta Ley define la violencia feminicida como:


La forma extrema de violencia de género contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, en los ámbitos público y privado, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado y puede culminar en homicidio y otras formas de muerte violenta de mujeres.


Es importante mencionar las distinciones existentes entre el feminicidio y la violencia feminicida. El término feminicidio hace referencia al “asesinato de mujeres por hombres por ser mujeres” (Diana E. Russell & Roberta A. Harmes 2001:76); y se plantea como una lectura crítica ante los modelos tradicionales, sobre todo jurídicos, que hablaban del asesinato de un ser humano por otro, o la persona que mata a otra: el homicidio (Diana E. Russell & Roberta A. Harmes 2001:76); El feminicidio evidentemente colocará en el centro de la reflexión la condición de género de las mujeres y explorará las particularidades de esta forma extrema de violencia, como por ejemplo, que el mayor número de asesinatos de hombres está a cargo de otros hombres, mientras que el asesinato de mujeres, en su mayoría, sigue estando en manos de hombres. Este dato no es menor, puesto que se evidencia cómo el ejercicio legítimo de la fuerza y la violencia es masculina.


El feminicidio es además la consumación final de la adición de otras formas de violencia perpetradas contra las mujeres: la física y la psicológica y la económica y así, el resto. En muchos casos el asesinato de mujeres – a diferencia del efectuado contra los hombres, no es directo, sino que se da posterior a la violación y ultraje de los cuerpos. Aunado a esto, es común desde el discurso patriarcal culpabilizar a las mujeres del feminicidio, con argumentos tales como “ella se lo buscó” o interrogantes al estilo “¿qué hacía ahí a esa hora?”. Todo lo cual deslinda de responsabilidades al orden patriarcal vigente. En el caso de Lesvy Berlín Osorio Martínez el discurso patriarcal no se hizo esperar, en los medios de comunicación, incluso algunas instituciones gubernamentales, avalaron las denostaciones que pretendía aminorar la indignación de la comunidad universitaria. El discurso era ese: culpabilizar a las mujeres de sus propias muertes.


Las filósofas feministas han indagado ampliamente sobre la manera en que se configura la noción prescindible de las mujeres. Evidentemente el orden patriarcal juega un factor determinante, porque en éste las mujeres no valemos lo mismo que los hombres, valemos menos, y a veces, valemos poco o nada. En el caso del discurso esto es claro. Dice Judith Butler que las mujeres son asesinadas porque son construidas discursivamente como asesinables. Basta escuchar las miles de canciones que se difunden por la radio para entender como el odio y el deseo de exterminio de las mujeres se hace patente. En el caso de la filósofa Celia Amorós, ella ha trabajado ampliamente la noción de las idénticas, es decir, ha indagado cómo para el patriarcado la noción de prescindibles tiene que ver con la imposibilidad de leer a las mujeres desde la unicidad, porque si todas somos idénticas entonces nuestra particularidad humana pierde valía, siempre habrá otra mujer que llegue a reemplázanos. Sí, es la mentalidad patriarcal de los hombres que le dicen a las mujeres que “no son importantes” para ellos porque afuera habrá miles esperando. Todo esto en el marco de un orden patriarcal-capitalista que busca no sólo el control del cuerpo de las mujeres sino también su objetualización.




El feminicidio también ha representado el mecanismo sistemático a través del cual se ha expresado la misoginia. Contra las mujeres históricamente se han cometido feminicidios encubiertos, por ejemplo: cirugías innecesarias, experimentación con cuerpos y la deliberada preferencia de hijos varones en muchas culturas. (Diana E. Russell & Roberta A. Harmes 2001:86). Pero sobre todo el feminicidio es un problema social. Como mencionas Diana E. Russell, “al ubicar el asesinato de mujeres en el terreno de la política sexual, rechazo la concepción popular de que el asesinato de mujeres es un asunto privado o patológico, o ambas cosas a la vez. Cuando los hombres matan a mujeres o jovencitas, el poder dinámico de la misoginia y el sexismo casi siempre se ve involucrado” (Diana E. Russell & Roberta A. Harmes 2001:58). Está claro, los asesinatos de mujeres no son un problema personal, de ellas, son un problema social y político.


Por su parte, la violencia feminicida no es el asesinato en sí de las mujeres por parte de los hombres. Sino todas aquéllas acciones que ponen en riesgo o que tienen la “intencionalidad” de acabar con la vida de las mujeres, por ser mujeres. Por ejemplo, un hombre que golpea a su esposa con tal brutalidad que podría haberla matado, quizá no lo hizo, pero el riesgo de la muerte ya coloca ese acto en un estatuto de violencia feminicida. La intencionalidad de la violencia feminicida se da también en el caso de las omisiones que ponen en riesgo la vida de las mujeres, por ejemplo, cuando no se garantiza la seguridad.


Lo ocurrido con Lesvy Berlín Osorio Martínez es un hecho que no puede volver a pasar en Ciudad Universitaria, con ninguna mujer y con ningún hombre. Es un feminicidio que puede leerse en el contexto de la violencia feminicida que existe en el país. Es decir, Lesvy Berlín Osorio Martínez –independientemente de la hora en la que haya caminado por CU- transitó por un lugar que no garantizó su integridad y puso en riesgo su vida, a tal grado que ocurrió el lamentable deceso. Finalmente, si en México no hay garantías para la Vida y la Libertad de las Mujeres, entonces, evidentemente, sigue haciendo falta el feminismo.

¡Gracias!

Bibliografía:

RUSSELL, Diana E. & Roberta A. Harmes. (2001)Feminicidio: una perspectiva global. México. CEIICH-UNAM:

LAGARDE, Marcela (2001) Género y Feminismo. Desarrollo humano y democracia. España. Horas y HORAS.

Internet:

Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Disponible en: http://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=4961209&fecha=01/02/2007

 
 
 

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