top of page

Lo que deja ver la luz azul

  • Montserrat Antúnez
  • 5 feb 2017
  • 4 Min. de lectura

En el pasillo una mujer borracha llora. Alexis sale del baño, camina lentamente y sin hacer ruido para que la pareja en la habitación no lo escuche. Un hilo de luz azul pasa a través de la puerta entreabierta del cuarto. Se asoma. Ríe en silencio porque no puede creer lo que ve. Corre a la sala donde Natalia y Marco toman cerveza y juegan cartas. Presume con sus amigos haber sido el primero en enterarse. Natalia y Marco insisten en saber qué lo emociona. La cara de Alexis está roja. No deja de sudar. Les cuenta. Los tres ríen. Dicen que era cuestión de tiempo. Marco describe a Paola en una frase:

—Una puta, igual que todas, pero le gusta hacerse la interesante.

Los tres lamentan no haber apostado cuánto tiempo pasaría para que esto sucediera. Comienza una canción, algunos gritos la festejan y aumenta el volumen de la música. Alexis le propone a sus amigos salir a fumar. Afuera un joven pregunta por Víctor.

—Se está cogiendo a Paola— responde Natalia. El joven se burla y entra a la fiesta. Marco y Alexis le dicen chismosa. Ella se defiende:

—¿Se supone que no diga nada? No es nuestra amiga. Además, vino sola y así como así se acostó con él. Si quería llamar la atención ya lo hizo.

Alexis afirma con la cabeza, enciende un cigarro y añade:

—Todos, hasta Paola, sabemos cómo es Víctor: Le da a lo que se mueva. Contar lo que están haciendo no va a cambiar nada.

—¿Pero sí los viste coger?— pregunta Marco a Alexis.

—Pues ninguno traía playera. Quién sabe desde qué hora están ahí. Obvio pasó o está pasando— responde Alexis.

Marco sigue sorprendido. No puede creer que Paola, la chica que nunca va a las fiestas organizadas por los de la escuela, ella, quien por ser callada parece siempre estar ausente, aceptara coger con Víctor. “¿Por qué con Víctor y no con él?”, se pregunta. Está furioso. Fuma para no hablar. Sólo a Víctor le había contado de su interés por Paola, sólo él sabía de las veces que ella lo rechazó. No quiere ver a sus amigos, podrían notar sus celos, por eso fija su vista en la lata que aplasta con el pie derecho desde que salieron.

—Pinche Víctor. Se hablaban desde antes y no nos contó— menciona Natalia, enojada.

—¿Tú crees?—pregunta Marco esforzándose para que su voz no se escuche cortada.

—Estoy segura. Las que son como Paola no aflojan en una fiesta. O tal vez sí… Es una mustia.


Adentro las luces del cuarto donde Paola y Víctor se desnudan están apagadas. Él se ve nervioso, ella le acaricia la espalda para tranquilizarlo y le pregunta si está seguro de lo que harán. Víctor responde lo mismo que en aquel bar donde se conocieron:

—Sí, lo quiero desde hace mucho.

Paola sonríe, se levanta de la cama y revisa su bolsa mientras recuerda lo asustado que se veía Víctor aquel día en el bar cuando varios hombres se le acercaron y él los rechazó sutilmente con un movimiento de cabeza. Ella lo vio desde que llegó, no buscaba hombres, pero parecía estar muy nervioso como para acercarse con las mujeres. Era como si el Víctor seguro de sí mismo se hubiera quedado en casa.

El crujir de la puerta hace que Víctor se de cuenta que está entreabierta. Corre a cerrarla. Sus piernas tiemblan.

—Cálmate, mejor regresa a la cama— lo invita Paola.

Víctor se queda inmóvil. Las manos le sudan. Cierra los ojos. Piensa que afuera sus amigos seguro preguntan por él y no tardarán en deducir que está con alguien. Para tranquilizarse se dice a si mismo que no sospecharan de Paola y, si lo hicieran, no le costaría trabajo inventar una historia en donde Paola sería una más de sus conquistas. Contará cómo ella se le acercó y con aliento alcohólico le confesó cuánto le gusta, dirá que fue cuestión de minutos para que aceptara ir con él a un cuarto. Despacio camina hasta donde está Paola. La abraza. Se besan.

—Estoy listo— le dice al oído. La suelta y se acuesta en la cama.


—No me molesta que lo hagan. La verdad me da igual. Pero esto no es cualquier cosa. Neta no entiendo porqué no nos contó—le dice Natalia a sus amigos. Alexis ríe y le pide que se calme:

—Ya nos vengaremos— menciona mientras guarda en el pantalón su cajetilla de cigarros.

—Para cobrársela debe saber que nos enteramos— dice Marco.

—Yo los vi. No va a poder negarlo—responde Alexis sin alterarse, no ve razón para darle más importancia a lo sucedido.

Marco patea la lata. Ya no puede contener su enojo. Sube el volumen de su voz, casi grita, se esfuerza por convencer a sus amigos de que necesitan pruebas. Alexis y Natalia se ríen, pero aceptan que es una buena idea. Los tres regresan a la casa. Cada uno abre una cerveza, la golpean y cuando la espuma empieza a subir se la toman de un solo trago. Alexis se limpia la boca con su mano:

—Están cabrones. Yo no voy a tomar nada, tomen las fotos con sus celulares—. Los dos amigos afirman. Natalia lo toma de la mano e insiste:

—Llévanos al cuarto.


Víctor levanta su cabeza porque el roce con la almohada le lastima y deja caer el peso de su cuerpo sobre sus antebrazos. Detrás de él Paola le aprieta la espalda con una mano y con la otra ajusta el arnés que sostiene el dildo. La puerta se abre de golpe. Un flash ilumina a la pareja sobre la cama. Alexis grita. Las manos de Marco tiemblan, su celular se cae. La luz azul del exterior se cuela al cuarto y la mujer que lloraba en el pasillo ahora ríe.


 
 
 

Comments


sigue leyendo
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
  • Wix Facebook page
  • Wix Twitter page
bottom of page