top of page

El nombre que se pierde en la frontera

  • Mónica Vázquez Delgado
  • 27 dic 2016
  • 4 Min. de lectura

@MnicaVzquez2

“No me llamo Andrea, me llamo Sofía. Tengo 14 años”

Las Elegidas de David Pablos


Después de que se anunciara la victoria en la contienda para ocupar el cargo de Presidente de los Estados Unidos de América, Donal Trump dijo: “Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país ya no serán olvidados”. La noticia en la prensa mexicana tomó gran importancia, se podían leer titulares como: “¡A temblar!”, “Estados Unidos votó por el muro y las mentiras de Donald Trump”, “Sacudida global”.



La economía, las relaciones diplomáticas y la migración fueron los temas centrales en noticiarios durante su barra de opinión nocturna. ¿Qué nos deparaba el 2017? Mientras tanto, éramos testigos también de video en “agradecimiento” al mandato de Obama a pesar de que él ha sido el presidente que más ha deportado personas en los últimos 30 años.


De acuerdo con datos del Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés) entre los años 2009 y 2015, el número de deportados alcanzó la cifra de 2 millones 571 mil 860.


Lo cierto es que no se trata de satanizar o crear eufemismos a los políticos, sino de construir una serie de argumentos para poder llevar a cabo una crítica que nos permita ver con mayor claridad lo que apenas nuestros ojos alcanzan a ver.




México y la migración: Trata de Personas

“Conoces el nombre que te dieron, no conoces el nombre que tienes”


En enero 2016, la Organización de las Naciones Unidas informó que la cifra de mexicanos migrantes en el mundo descendió en 2015 a 12.3 millones, convirtiendo a India entre los primeros países donde 16 millones de sus ciudadanos viven en el extranjero.


Los migrantes mexicanos en Estados Unidos disminuyó en 2015 respecto a 2013, para pasar de 12 millones 50 mil a 12 millones 950 mil.


El traslado hacia la frontera norte para muchos mexicanos representa caminos de angustia, inseguridad, incertidumbre y esperanza. Le dicen el “sueño americano”, “una vida mejor” o “no hay de otra”. Los riesgos para atravesar de un país a otro se encuentran en el tren, el río, la tierra o el aire; tal vez el peor temor es ser testigo de la debilidad de su identidad, cuando es arrancada desde la raíz: el arrebato de su nombre.


En Todos los nombres de José Saramago, el personaje principal (Don José) trabaja archivando certificados de nacimiento en la Conservaduría General del Registro Civil de algún lugar. Don José se encarga de tener en orden los documentos que avalan la existencia de las personas. Uno existe cuando lo nombran. El personaje explica que “algunos nombres serán recordados porque entraron a enciclopedias, otros son nubes que pasan sin dejar señal”, otros tantos se perderán entre papeles y polvo de hemerotecas o archivos gubernamentales de personas que desaparecieron.


El proceso de migración trae consigo consecuencias como tráfico indocumentado de migrantes, privación de la libertad, violación a la libertad de trabajo y trata de personas.

La Convención de las Naciones Unidad contra la Delincuencia Organizada Transnacional define la trata de personas como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una personas que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajo o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”.



La Procuraduría General de la República expuso que de 2008 a 2014 hubo un aumento del 600% en el número de averiguaciones por el caso de trata de personas. Con base en datos de la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contras las Mujeres y Trata de Personas (FEVIMTRA) se dijo que los cinco estados con mayor denuncia en este caso son: Ciudad de México, estado de México, Tlaxcala, Puebla y Chiapas.


Entre las múltiples atrocidades físicas que envuelven la trata de personas, una de las consecuencias psicológicas que desencadena traumas, es el arrebato del nombre. En la película Las Elegidas, hablan de casos de adolescentes explotadas sexualmente en Tijuana, donde cada una de ellas deja atrás su nombre original y desconoce, como la cita de Saramago, “el nombre que tienes”.


La migración como fenómeno social ha sido analizado desde diferentes perspectivas: cultural, género, Derechos Humanos y ahora más que nunca en estos tiempos se ha focalizado ante la insistencia de querer colocar muros, no hechos a base de cemento y metal; ese muro es destructible, el peligroso es el que se desencadena debido a discursos mediáticos en los que se hace énfasis que las guerras y la pobreza son resultado de personas extranjeras; pero también esos muros se hallan de nuestro lado, de mexicanos que nos desconocemos, engrandecemos o nos victimizamos por estar kilómetros más arriba o abajo del territorio.


Sí, migrar es difícil y peligroso. Migrar es arraigarte más a tu cultura y defender el patrimonio más significativo de tu existencia: tu nombre. Tal vez hay nombres que acaben en libros o periódicos, pero ¿qué pasa con los nombres perdidos de la frontera o las personas que desaparecen junto con sus nombres? ¿En dónde encontrar la identidad arrebatada?


“Lo que es sagrado, es la vida, Pero tiene que haber en nombre de la decencia, un mínimo de respeto por los muertos, la gente merece poner flores y llorar frente a un nombre querido”. Todos los nombres de José Saramago.


Comments


sigue leyendo
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
  • Wix Facebook page
  • Wix Twitter page
bottom of page