La cuestión zapatista
- Armando Luna Franco
- 17 nov 2016
- 6 Min. de lectura
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció el 14 de octubre que, en conjunto con el Congreso Nacional Indígena (CNI), sometería a consulta de sus integrantes un acuerdo del Quinto Congreso Nacional Indígena: la conformación de un concejo indígena de gobierno que contendría a nombre del EZLN y el CNI en el Proceso Electoral 2018, con una mujer indígena como candidata a la presidencia de la República.

Las respuestas han sido variadas. Dentro de diferentes grupos de izquierdas y adherentes al zapatismo se abrió el debate sobre las implicaciones de este anuncio, en el contexto de la lucha zapatista en su conjunto. Andrés Manuel López Obrador no tardó en descalificar el anuncio, diciendo que era de una maniobra para hacerle el juego al gobierno. Mientras que Jorge Castañeda lo quiso hacer parte de su agenda de candidaturas independientes.

Gerardo Esquivel, en su columna en El Universal, aplaudió que el EZLN tomara el camino institucional para llevar a cabo su lucha política. Pedro Kumamoto, en su columna en Más por más, destaca acertadamente que dicho anuncio expuso más de quienes lo comentaron de lo que dice en sí. También pone el dedo en la llaga de qué llama la atención: que se anuncie una candidatura, más que la denuncia por las violencias ejercidas hacia las comunidades y pueblos indígenas.
Por su parte, el consenso en medios de comunicación es evidente: se declaró al unísono que el EZLN postularía una candidata indígena para competir por la Presidencia de la República, ignorando por completo el anuncio como un todo. Más que poner atención en los detalles, sólo se tomó lo que se consideró noticioso. Es importante regresar al anuncio para poder aprehender y comprender su significado.
El EZLN es un movimiento social importante a nivel nacional e internacional. Esto fue posible gracias a su uso de internet, que los colocó en el escenario internacional exponiendo las prácticas de represión y censura del sistema político mexicano, en un momento donde éste presumía más apertura. Su estrategia de comunicación política obliga a no tomar a la ligera los comunicados o anuncios que emite.
Los mensajes del EZLN se caracterizan por su retórica. No me refiero a la concepción común de la retórica asociada con la demagogia y el engaño, sino al arte discursivo mediante el cuál se construye un mensaje y postura públicas. Sí hay una intención persuasiva, apoyada en un argumento que hábilmente apela a un ethos y un logos: el despojo y violencia del que han sido objeto las comunidades indígenas demanda nuevas estrategias de acción política.
Se ha considerado contradictorio que un movimiento antisistémico como el EZLN proponga ahora a sus integrantes participar en la vía electoral. Sin embargo, atendiendo al mensaje, es claro el ethos de su emisor: se asumen como anticapitalistas y en contra de la democracia burguesa, pero no de la democracia en sí. Ellos mismos reconocen durante su comunicado el carácter comunitario y colectivo, no sólo colectivizado, de su acción.
A su vez, identifican con claridad contra quién dirigen su acción política: “los malos gobiernos, sus empresas y su delincuencia organizada”. Y también exponen a qué se enfrentan: al exterminio de “los que de la tierra somos y que como sus hijos no hemos permitido su destrucción y muerte para beneficiar a la ambición capitalista que no conoce fin, más que la destrucción misma”.
Como puede leerse, el argumento principal del mensaje no es anunciar la candidatura de una mujer indígena a la Presidencia de la República, se trata de nuevas estrategias de organización ante los nuevos ataques de un sistema que, como ya rescaté, busca eliminar a quiénes se opongan a sus dispositivos de explotación. El listado de 27 actos que denuncia el CNI es sólo una muestra de las diferentes formas en que dichos ataques se dan.

También dejan claro la finalidad de su lucha: “el cuidado de la vida y de la dignidad”, que ha servido para fortalecer los espacios colectivos de decisión en defensa de su identidad. Como puede leerse, poco tienen de antidemocráticas sus formas de organización y acción política, como para considerar extraño que se someta a consulta una nueva estrategia de incidencia por medio de la vía electoral.
Es un error dar por aceptado esto y considerar al EZLN y el CNI como entes monolíticos en los que no existen diversidad de opiniones y posturas. Al enunciar al principio del anuncio la multiplicidad de comunidades y pueblos indígenas que se reúnen en el CNI, no sólo se hace un censo, se expone también la diversidad de cosmovisiones y formas de ser–en–el–mundo que se encuentran para construir maneras de vivir en un mundo que los niega
.
Ése es el mensaje del anuncio, que pasa desapercibido ante la inmediatez de una lectura que sólo busca el siguiente evento noticioso: Ante la multiplicación e intensificación de las violencias contra los pueblos indígenas, ante su sistemática negación por parte del régimen político y del sistema en su conjunto, la apuesta de los pueblos indígenas organizados en el CNI es afirmar su existencia, desde su diversidad, contra la explotación capitalista de la tierra.
Dicha existencia es disidente, y como tal someterá a consulta (¿hay algo más disidente que esto: la consulta antes que la imposición?) su organización en un concejo, y su representación en la persona de una mujer indígena. Es un nuevo paso en una estrategia que conjuga el ejercicio autogestivo con el uso de herramientas institucionales como los recursos jurídicos, con la finalidad de materializar su presencia frente al sistema, no integrarse en él.
Y aquí reside la importancia del anuncio, el simbolismo que encarna proclamar una nueva estrategia en este momento, donde se delinea con claridad las posturas y estrategias de los diferentes actores políticos de cara a la sucesión presidencial en 2018. Difícilmente se lee en el anuncio, sobre todo al final, que el EZLN claudique de su posición antisistémica.
Cuando al final del anuncio dice: “nuestra lucha no es por el poder, no lo buscamos; sino que llamaremos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras resistencias y rebeldías […] construir la paz y la justicia rehilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos”, se lee con claridad la apuesta que hacen.
Se trata de aprovechar la coyuntura electoral para organizarse y replantear su lucha, se trata de colocar de nuevo en la agenda la cuestión indígena; de movilizarse y reconstituir las bases de la organización, vincularse de nuevo con sectores organizados de la ciudadanía más allá de las comunidades indígenas, para poder enfrentar el proceso de violencia y explotación que el modelo económico neoliberal lleva a cabo.
Dentro de los sistemas presidenciales, las elecciones para renovar al Poder Ejecutivo presentan una oportunidad importante, porque son momentos donde la agenda pública es definida, los temas son establecidos, así como las tendencias en torno a su tratamiento.
Que el EZLN y el CNI decidan someter a consulta su participación en el próximo proceso electoral no es gratuita, es la oportunidad de contar con un foro ampliado, con una movilización territorial y presencia nacional para poder llevar de nuevo a la esfera pública los problemas y propuestas que nacen desde la organización comunitaria y autogestiva. Es el momento de llevar sus experiencias al debate y la discusión nacional.
Es también, por último, una estrategia aventurada. Con el anuncio de la posibilidad de presentar una candidata indígena que represente a un concejo indígena, se obliga a los diferentes partidos políticos y actores políticos preponderantes a tener tomar parte de la discusión sobre los temas que el EZLN y el CNI, mediante su candidata indígena, planteé en caso de que la proposición sea aceptada y llevada a cabo.
En conclusión, se trata de plantear una pregunta: ¿qué impacto tendrá en el sistema político mexicano la proposición del EZLN y el CNI de postular a una candidata indígena? Podría equipararse, sin afirmar su plausibilidad, con el caso de Bernie Sanders. Falta ver el impacto que tendría, o qué temas planteará la agenda de dicha candidatura, pero sin duda ejercerá una influencia en las propuestas de campaña o programas de trabajo que propongan partidos y candidatos.
Se trata, en fin, de un movimiento pensado no sólo en la coyuntura sino con un impacto de largo plazo. Después de la reforma constitucional al artículo segundo en 2001, la adopción de los gobiernos por usos y costumbres, se ha visto un desdén hacia la condición política y social de los pueblos indígenas.
Las luchas neoliberales por el control de la tierra y sus recursos se han convertido en el nuevo motor de las resistencias indígenas: sean los proyectos de energía eólica en Oaxaca, que ya han afectado la dinámica del ecosistema, la lucha del pueblo Wixarika contra las mineras en San Luis Potosí, o de los pueblos otomíes en Xochicuautla contra la construcción de la autopista Naucalpan–Toluca.
Ante este contexto, donde se amenaza el sentido de su existencia, el vínculo fundacional de su vida colectiva, y donde cada vez el aparato estatal se presenta como brutal y contundente frente a la defensa que hacen de la tierra, se hace indispensable este atrevimiento. Confrontar al sistema, pero no con sus reglas exclusivamente, sino atreverse a mostrarle al sistema que la alternativa existe, y existirá a pesar de la violencia que el sistema ejerza para suprimirlos.
Politólogo
Correo electrónico: alunaf07@gmail.com
コメント