El acoso no se crea ni se destruye, sólo se transforma
- Gerson Acosta
- 30 jun 2016
- 3 Min. de lectura
No es porque esté de ‘moda’, no son las agresiones a mujeres que figuran en la cultura de nuestro país, no son las marchas, no son los medios, no son las declaraciones de los cantantes, no es el hartazgo de aquellas (todas creo yo) que han sufrido por él. Es el acoso, ese que siempre ha vivido con nosotros, en todas, en todos, en cualquier lugar, en cualquier tiempo.

No cabe duda que en el transcurso de las últimas semanas, este tema ha cobrado ‘relevancia’ por las múltiples manifestaciones públicas y la revelación en medios y redes sociovirtuales, de la gravedad y el nivel alarmante en el que se encuentra el problema del acoso en el país. Y es que romper el silencio es la primera parte, después la acción y finalizar con el cambio; al menos en el papel es así.
Pero no estoy aquí sólo para hablar de las mujeres, aquellas a quienes se les señala como las víctimas únicas de esta práctica. Hablaré de acoso, aquellos que sufrimos todos, porque este no es únicamente de índole sexual, sino que se manifiesta en múltiples formas, niveles y tiempos. Y todos somos víctimas. Todas y todos.
Si eres estudiante, se llama ‘bulling’, si eres esposo, eres un hombre golpeado (que por mucha risa que cause el leerlo, existe); si eres empleado, es acoso laboral; si eres ciudadano, es la presión y represión, física y psicológica. Nadie escapa, todos y todas estamos dentro y quizá hasta hemos sido causantes de la problemática.

Es así que el hastag #MiPrimerAcoso fue visto en las redes sociales hace un par de semanas, donde varias mujeres contaban cuál había sido la primera vez (al menos que ellas recuerdan), que un hombre había osado violentar la sexualidad de la chica en cuestión.
Una realidad deplorable en la cual en pleno siglo XXI no existe una garantía de seguridad para que cada mujer de este país sea libre en formas, expresiones, pensamientos e ideologías, lo cual hace reflexionar: que pasaría si cada persona de este país, no de esta ciudad; no, esperen, mejor de una sola delegación o colonia escribiera cuál fue su primer acoso.
Quizá nunca nos hemos sentado a pensar en ello y a más de uno nos costaría traer a la mente alguna clase de acoso que no relacionemos con la índole sexual; sería extraño, pero al final siempre aparece, siempre.
No hay que buscarle mucho, desde el empleado que constantemente es presionado por su jefe y que a cambio de favores como el clásico ‘quédate hasta más tarde’, o el ‘puedes cubrirme’, con tal de conservar su trabajo; hasta el niño que día con día debe esconderse a la hora del receso porque una niña y sus amigas lo molestan y atosigan sólo porque ‘le gustas a mi amiga’.
Y es que lamentablemente en una sociedad como la mexicana, la posibilidad es más la casi obligación de pasar sobre el otro y refirmar ese ‘poder’ simbólico. Se dice: ‘el que no tranza no avanza’.
Ante ello, también cabe preguntarse: ¿En qué momento de la historia el acoso se volvió tan común?, ¿en qué momento el violentar a los demás con la simple mirada se convirtió en una práctica diaria en casi todos los círculos de interacción?, ¿cómo es que llegamos a esto?
No vine a encontrar el hilo negro del tema, ni a dar cátedra del mismo; sólo ensayo mis ideas de la forma más cómoda que encontré. Me gustaría ser experto en el tema y darles el texto más profundo que hayan leído, pero lo que sí estoy seguro, es que podemos ampliar el panorama.
No sólo las mujeres son acosadas, no son ellas únicamente víctimas, sino también agresoras. No hay ‘stalkeo’ sano, sí lo hace ellos es malo, si lo hacen ellas es divertido. El acoso no es sólo sexual, el acoso está presente ahí, en la escuela, en la maestra, cuando no dejas de criticar a las personas en bolita creyendo que los demás no se dan cuenta, cuando la verdad es que sí.
Quizá antes de pedir el respeto que todos merecemos, dar el mismo a los que nos rodean. Tú, yo, respetando. No sé, Piénsalo.
NOTA DEL AUTOR:
A modo de explicación (no justificación), es mi primer ensayo ‘formal’, a pesar de haber estudiado comunicación y especializarme en periodismo. Me disculpo por las palabras aquí vertidas y que se puedan entender o no... Esto es un ensayo, al menos eso creo. Por su atención, gracias.
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