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El discurso racional del sistema jurídico mexicano

  • Luis Enrique Pimentel
  • 26 feb 2016
  • 5 Min. de lectura

El sistema jurídico mexicano, y en general cualquier sistema jurídico, tiene una base racional como punto de partida. No solo sucede esto con los sistemas jurídicos, sino en general, sucede con todo lo que es producto de la humanidad. Se pretende exaltar a cada momento que somos seres racionales y que el uso de esta es el que nos diferencia de otros animales.


Sobre la razón


Primero analicemos, ¿qué significa ser racional? El diccionario de la Real Academia Española no nos aclara en nada esta cuestión, pues solo dice en algunas de sus definiciones poco afortunadas que es un “Argumento o demostración que se aduce en apoyo de algo” o bien que es el “Acto de discurrir el entendimiento”.


Aquí entenderemos por razón (lato sensu) como aquella facultad del ser humano y de otros animales (hay distintos tipos de uso de la razón) encaminada a la solución de problemas que se presenten en determinadas circunstancias.


Ahora bien, es normalmente aceptado que el actuar del ser humano obedece a la razón; sin embargo, esto no sucede todas las veces, pues en muchas ocasiones el ser humano actúa mediante impulsos o pasiones. No siempre son detestables los resultados cuando alguien se deja guiar por sus impulsos, incluso en muchas ocasiones parece ser una mejor forma de solución de problemas. No obstante, por experiencia común, observamos que en muchos momentos, el Ser Humano se deja arrastrar por la ceguera de sus deseos quedando la razón completamente eliminada, llevándolo a cometer grandes errores.


De cualquier forma, se sigue sosteniendo que el actuar del ser humano obedece a la razón, y lo mismo sucede con sus creaciones; entre ellas el sistema jurídico y para el caso concreto, el mexicano. Habrá que ver si en verdad el sistema jurídico mexicano obedece a la razón humana y si es así, a la razón de quién o de quiénes.


La inestabilidad de la razón


José Saramago, en su libro Ensayo sobre la ceguera, imagina de una manera formidable cómo es que con un cambio en uno de nuestros sentidos se derrumba de forma rápida la razón humana que veníamos conociendo y de la que tanto nos enorgullecemos.


De manera breve, el argumento de la novela es el siguiente: una ceguera altamente contagiosa empieza a esparcirse por todas partes. No se sabe cuál es el origen de esta enfermedad y tampoco se sabe de una cura para ella; en consecuencia, el pánico se hace presente y se busca aislar a los contagiados para intentar detener el terrible malestar.


Al avanzar de la novela, podemos ver cómo por el hecho de que las personas perdieron uno de sus sentidos, toda la “civilidad” de la sociedad se viene abajo en unos cuantos días. Las personas regresan a un andar primitivo y la razón de la que venían gozando funcionará para buscar nuevos objetivos y así convertirse en sabiduría de supervivencia.


¿Es posible entonces que la racionalidad que conocemos del ser humano se base en el correcto funcionamiento de cada uno de sus sentidos? Por lo menos en la novela de Saramago notamos que la racionalidad humana es bastante frágil e infinidad de factores pueden alterarla; incluso la monotonía de un día a día falto de emociones intensas puede producir que desaparezca en nosotros la razón y nuestros actos obedezcan a impulsos.


Queda claro: la razón humana es algo bastante frágil. Se puede potenciar con la sabiduría adquirida a través de la experiencia y el tiempo, pero el mismo tiempo puede encargarse también de destruirla, vaya contradicción.



La razón en el sistema jurídico mexicano


Dentro de una Democracia como la que formalmente México posee (en oposición a materialmente), se pretende que las decisiones que los representantes del pueblo tomen beneficien a la mayoría de las personas y que no por ello se afecten los derechos de las minorías. Se piensa que gracias al sistema deliberativo para tomar decisiones dentro de un sistema democrático, es posible llegar de mejor manera a la solución de distintos problemas a que, por ejemplo, se hiciera a través de la decisión de un dictador.


El problema de las decisiones en el proceso deliberativo democrático surge cuando quienes toman dichas decisiones no lo hacen para beneficiar a sus representados, sino que más bien lo hacen respondiendo a los intereses de una cuantas personas, ya sean políticos, económicos, culturales e incluso éticos. En consecuencia, aquí podemos ver que la pretendida razón del derecho ya no obedece a la naturaleza del sistema democrático, sino que obedece a otros intereses particulares. Como podemos notar, la razón puede tener varios rectores y ellos se modifican constantemente.


Las decisiones de los encargados de crear y de aplicar el derecho en México, se encuentran inmersas también por gran cantidad de mensajes de contenido ideológico. Por esto es que muchas veces resulta complicado leer directamente códigos legales, incluso parece que a propósito se presentan las normas de forma oscura para poder dejar impreso más fácilmente en ellas un mensaje ideológico.


“En el discurso del Derecho existen, además de las normas, muchos otros mensajes. Se comprende esto fácilmente, si pensamos que los textos que soportan ese discurso no presentan las normas en la forma canónica. Al contrario, lo hacen de manera que es necesario el trabajo del jurista para hacer aparecer las normas (…)”[1]


Por poner un ejemplo para aclarar lo expuesto en el párrafo anterior, Oscar Correas nos dice que “en la ley o código de trabajo del que se trate, la palabra salario juega un papel bastante importante, que está cargado de un gran contenido ideológico “la palabra salario, su significado, es motivo de una feroz lucha ideológica entre el pensamiento socialista y el capitalista.”[2]


Con lo aquí abordado, se puede afirmar que la razón del Derecho resulta útil, entre otras cosas, para beneficiar el funcionamiento de un sistema capitalista y ello se observa en el momento en que los destinatarios de la norma estén convencidos de que “el salario es el equivalente del trabajo”[3] como es el caso de nuestro país.[4]


Hacer el trabajo de análisis del discurso jurídico no es sencillo. Se deben analizar gran cantidad de factores para poder adquirir una comprensión más amplia del fenómeno. Es posible hacerlo además viendo cómo es el funcionamiento de las principales instituciones en el país. Por ello, se deben considerar que “los acuerdos y desacuerdos sociales siempre se reflejan de una forma u otra. De ahí que en toda sociedad sean tan importantes las instituciones, pues son las que reflejan colectiva e individualmente ese acuerdo común, son su identidad y como tal la entregan reflejada a la sociedad en la que funcionan[5].



Como conclusión, el trabajo del ciudadano debe consistir en develar cuál es la razón detrás del discurso del Derecho, observar qué ideología subyace a las normas, y como resultado final, poder tener una visión más amplia del mensaje que se transmite en el discurso del derecho en nuestro sistema jurídico para poder ver si este en verdad responde a los intereses de un sistema democrático.



[1] CORREAS Oscar, Teoría del Derecho, Fontamara, p. 71


[2] Ibid p.72


[3] Ibid 73


[4] Para dar una muestra de lo expuesto, el Artículo 82 de la Ley Federal del Trabajo vigente al momento de la redacción de este artículo señala que “Salario es la retribución que debe pagar el patrón al trabajador por su trabajo”


[5] MONEDERO Juan Carlos, El gobierno de las palabras. Política para tiempos de confusión, FCE p 128

 
 
 

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