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DE LA LOCURA CREATIVA A LA ACCIÓN TRANSFORMADORA

  • Uriel Martínez Pacheco
  • 26 feb 2016
  • 3 Min. de lectura

Dicen que las grandes empresas de los hombres son la justa cosecha de sus grandes ideas. Ideas que, en su momento, bien pudieron haber sido rechazadas bajo la denominación sinonímica de “locuras”. Sin embargo, Contratiempo MX tiene experiencia con locuras; y ha hecho de ellas un diesel recurrente.




El pasado sábado 28 de noviembre de 2015, en las instalaciones del Centro Cultural Border, se realizó la exposición del “Taller de Verano: Escuela de Periodismo para Niños y Niñas”, ofreciendo de ese modo, la oportunidad de conocer un proyecto y su desarrollo, la idea que lo hace posible; una idea que halla su fundamento en el necesario rencuentro con el otro, en la búsqueda para dar voz a quienes son constantemente silenciados.


La exposición, integrada por la presentación de material fotográfico y audiovisual así como por un conversatorio moderado por los estudiantes Diana Itzel Lugo y Aldo Xavier López Carbajal, nos permitió acercarnos no sólo a las voces infantiles, sino también a la necesidad de crear y promover espacios donde se fomente el pensamiento crítico y el periodismo independiente.


Como bien expuso el Dr. Fabián Bonilla durante el conversatorio, la importancia de los proyectos de intervención social subyace en la necesidad de sacar el conocimiento de las aulas, de romper con el academicismo, de replantear los que parecen ser sólo saberes facultativas del qué y transformarlos en un saber operativo al servicio del cómo y para qué, siempre orientado a solucionar las distintas problemáticas sociales que en la realidad se nos presentan.



Problemáticas que muchas veces existen bajo el telón autocomplaciente del “no pasa nada” tan habitual en los medios comunicativos tradicionales, pues tal como expresó la periodista y ex colaboradora de Contratiempo Mx, Ana Lagos: los espacios de periodismo en los medios hegemónicos se han convertido en una realidad deplorable, al servicio de intereses monetarios, ajenos al compromiso con la verdad y la información.


Teniendo la experiencia previa en Contratiempo Mx, Ana Lagos hizo la comparación entre trabajar para una empresa con fines de lucro, y hacerlo para un medio independiente con un fuerte compromiso social que tiene como finalidad edificar conciencias. Y justo ahí reside uno de los principales motores de la “Escuela de Periodismo para Niños y Niñas”, y la razón de ser de Contratiempo Mx: reconocer otras voces y fomentar en los más pequeños una actitud crítica hacia la información que reciben en los medios.




Esto resulta cada vez más urgente ante la realidad social mexicana. Parafraseando al investigador y académico Gustavo de la Vega Shiota, la educación en nuestro país cumple cada vez menos con su labor fundacional, la de crear ciudadanos pensantes, actores sociales comprometidos y en constante reconocimiento del otro. El proyecto parece relativamente pequeño y de limitado alcance, pero deja ver el germen de un objetivo abrazado por quienes creemos en la urgencia de hacer algo por nuestra sociedad y sus problemas, aquellos que incluso nos llegan a figurar como cotidianos o “normales” aun cuando nos afecten directamente.


Además de la opinión y participación de los diversos asistentes, se mostraron secuencias de imágenes que ambientaron el conversatorio. Se dejaba sentir la experiencia vivida, el aprendizaje suscitado, las emociones compartidas; aunque gran parte del público presente no asistiéramos de forma directa al taller, todos salimos con una idea clara, y un fuerte optimismo, ante lo que el proyecto nos propone.




No fue sólo que una colaboradora de la revista nos hablara de su experiencia ante los pequeños y pequeñas, de los retos tanto económicos como personales o de la satisfacción posterior ante las metas alcanzadas; no fue tampoco que Saulo de 6 años –quien tomó el Taller-; nos compartiera su nuevo gusto por la fotografía o que una pequeña nos sorprendiera con su respuesta, llena de sabiduría, al decirnos que para ella el periodismo es “decirle a las personas lo que no saben”. No, no fue sólo eso. Fue todo. Todo lo que, compaginado, hizo de la exposición y del taller, un bálsamo reconfortante para quienes tenemos fe en que las cosas pueden mejorarse.


Con la participación de académicos, integrantes de la revista, padres de familia e incluso algunos de los pequeños protagonistas del proyecto, se construyó un intercambio de ideas que inevitablemente desembocó en la reflexión colectiva sobre los alcances y fines de este tipo de proyectos, ya que, como mencionó Itzel Lugo, “en donde hay diálogo, hay tensión; en donde hay tensión, hay diferencia, y en donde hay diferencia, indudablemente hay riqueza.”.


 
 
 

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