Liga MX, un cheque al portador
- Mario García-Toribio @gmarioalbertot
- 19 ene 2016
- 5 Min. de lectura

Tuvieron que pasar casi dos años y medio para que el campeón del futbol mexicano se decidiera en la instancia de penales (no sucedía desde el Clausura 2013 en la Final disputada entre América y Cruz Azul); quizá por la convocatoria de los equipos capitalinos, aquella jugada en el Estadio Azteca abre más heridas que la recién celebrada entre los equipos felinos, pero eso no significa que esta última entre Pumas y Tigres del Apertura 2015 tuvo menos emociones.
Es decir, que entre esos dos torneos hubo al menos cuatro finales con poca adrenalina. (América-León; el Pachuca-León; el América-Tigres y el Querétaro-Santos ─con todo y Ronaldinho incluido─). Sin embargo, los penales no son sinónimo de adrenalina, porque ahí está el Atlante-Cruz Azul de la Copa MX en 2013, sino que en términos generales, esos cuatro campeonatos dejaron mucho que desear, y demuestran la mediocridad de la Liga.
El 2016 ya nos alcanzó y, con él, dio inicio el torneo Clausura del futbol mexicano. Ya con algunos partidos celebrados, empieza la incertidumbre de cuáles equipos serán protagonistas durante las 17 fechas y la Liguilla. Y es que, después de la Final Tigres-Pumas del Apertura 2015, hay una expectativa especial por saber hasta dónde pueden llegar el campeón y subcampeón respectivamente.
Tan irregular es el torneo mexicano, que bien podría apostarse a que Tigres es campeón de nuevo, o ni si quiera clasifica a la Liguilla y tener una probabilidad de éxito de 50 por ciento en ambos casos. En México se llegó al grado de que cualquiera le puede ganar a cualquiera sin importar las posiciones en la tabla general ─hecho aplaudido por los defensores del sistema de competencia mexicano─, pero no porque todos los equipos sean competitivos, sino porque ninguno de los dos merece ganar y suelen ser los árbitros o la suerte quienes deciden marcadores.
Desde el Apertura 2013, cuando León llegó a la Final contra Pachuca, no han clasificado equipos a la Liguilla con menos de 24 puntos ─León lo hizo con 23 en ese torneo─; la etapa de eliminatorias de la Liga Mx prometía mucho cuando el año pasado hubo, después de las 17 fechas, clasificados con más de 25 puntos, superando así el promedio de 24 que ya empezaba a ser tendencia y que provocaba la mediocridad del torneo.
¿Por qué los 24 puntos en el octavo lugar de la tabla general alientan la mediocridad? Los equipos comenzaron a tomar esta cantidad como un máximo al cual aspiraban porque garantizaba estar dentro de la “Fiesta grande” y, ahora sí, dejar todo en el campo para ser campeones. De esta forma, sin importar el bajo nivel presentado en 17 fechas, bastaba con tener una buena racha en los últimos cinco para tener la oportunidad de disputar el trofeo.
Por eso ya no sorprende que los equipos que terminan el torneo regular con la mayor cantidad de puntos no sean campeones, porque así “se le da la oportunidad a todos de levantar el trofeo”. ¿Acaso no es de lo que se trata el torneo regular? Es ahí cuando de verdad todos tienen la oportunidad. Más allá de lo que representa para las televisoras el negocio de la Liguilla, aplaudir que un equipo con 23 puntos de 51 posibles ─ni el 50 por ciento de efectividad─ sea campeón significa estimular la poca competitividad del torneo.
La primera semana de este 2016, la Federación Internacional de Historia y Estadística del Futbol (IFFHS, por sus siglas en inglés) reveló el ranking de las cuarenta mejores ligas del mundo, y aunque México está dentro de las mejores 20, en un año cayó siete posiciones. Esto se debe a que se consideran los resultados de los equipos de la Liga a nivel local e internacional; y tomando en cuenta el papel de América en el Mundial de Clubes en Japón, la final disputada por Tigres en la Libertadores no fue suficiente para posicionar mejor al torneo nacional.

Sobre lo sucedido con el “Ferrari Amarillo” en el Mundial, es evidente que los equipos mexicanos no son capaces de mantener un nivel de juego por más de seis meses, producto de los torneos cortos, ¿cómo es posible que un equipo que se despidió de la Liguilla rasguñando la final haya sido eliminado en su primer juego intercontinental? No se demerita al rival que tuvo, sino a la falta de concentración y poca consistencia en su juego.
Toda esta recopilación de datos sólo sirve para enfatizar más en ¿por qué los aficionados al futbol mexicano deben esperar tanto para tener una final decente?, ¿no se supone que la liguilla busca eso? Ligas como la de España, Italia, Alemania e Inglaterra están en los primeros lugares del mundo no porque dominen dos o tres equipos, sino porque cada sector de su tabla de posiciones juega un torneo distinto: los primeros dos o tres buscan el campeonato, de ahí al octavo un lugar en torneos internacionales y los últimos cinco luchan por el no descenso.
Lo que necesita la Liga MX para ser emocionante de verdad no es que todos los equipos tengan la oportunidad de ser campeones en un torneo aparte a modo de eliminación directa, sino que el sistema de competencia garantice que todos los equipos se jueguen algo cada semana y no aspiren a sólo conseguir 24 puntos para dar el máximo en la Liguilla. Deben entregarse desde la primera jornada hasta la última.
La Copa MX se cuece aparte; antes de que tuviera la bondad de dar medio boleto a la Copa Libertadores, los equipos de la primera división jugaban con las reservas ─no está mal─ y desde entonces no ha ganado ningún plantel de la división de ascenso. Además, es una contradicción que dos equipos que están jugándose el descenso este año hayan sido los campeones de las dos ediciones de 2015. O es el premio de consolación o siguen sin tomárselo en serio los demás competidores.

No se pueden festejar estos resultados que alejan al futbol mexicano de las mejores competencias del mundo. Es mediocre aplaudir estas inconsistencias dentro del balompié nacional argumentando que sólo así se garantiza emoción en los estadios porque nadie sabe quién puede ganarle a quién.
La Liga MX es un cheque al portador. Se trata de un premio cobrado por un personaje que se encontró el boleto de casualidad cuando cayó del bolsillo de quien trabajó ese premio al agacharse para atar sus agujetas antes de llegar a casa. Porque eso pasa con los equipos mexicanos, si el desafortunado se hubiera detenido a arreglarse los zapatos dentro de su hogar, no habría perdido su dinero. Si los planteles de la Liga MX juegan con consistencia hasta tener el trofeo en sus vitrinas, otra sería la espectacularidad del torneo.
Imágenes de:
EFE Mexsport
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