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Reflexión: Reformismo como propuesta política central en el texto de Thomas Piketty: “EL Capital en

  • Sebastián Olvera
  • 19 nov 2015
  • 5 Min. de lectura

...las “reformas sociales” encontrarán

sus límites en el interés del capital.

Rosa de Luxemburgo

En la introducción de su libro EL Capital en el Siglo XXI, Thomas Piketty presenta su trabajo como un análisis histórico sobre la distribución de la riqueza a nivel mundial y entre algunos países desde el siglo XVIII.


La idea central del texto es que existe una tendencia histórica en el capitalismo a la distribución inequitativa y sumamente desigual de la riqueza. En este sentido, según Piketty, “[…] la distribución de la producción entre los salarios y los beneficios, entre los ingresos por trabajo y los del capital, siempre ha constituido la primera dimensión del conflicto distributivo […]”.[1]


Este “conflicto distributivo” se ha expresado históricamente en dos procesos interrelacionados: la distribución abismalmente desigual de la riqueza y la hiperconcentración de la riqueza. Procesos mismos que hoy en día se expresan básicamente al menos en dos grandes dimensiones:

  1. A nivel mundial, donde por ejemplo hoy encontramos que el ingreso mensual promedio por habitantes en África Subsahariana corresponde a 150 euros. Mientras que en Europa occidental es de 3000 euros mensuales por habitante, es decir 20 veces más que en África.[2]

  2. Dentro de cada país, de tal suerte que por ejemplo para 2010 en el centro del sistema mundial capitalista –es decir en Estados Unidos- el 10% de los “ricos más ricos” obtenía el 35% de los ingresos nacionales del trabajo, mientras el 50% de los “más pobres” –en su gran mayoría l@s trabajadoras(es) - obtenían sólo el 25%.[3].

Para explicar esa tendencia histórica a la desigualdad en el capitalismo, Piketty explica –y esta es su principal tesis- que cuando “[…] la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso [...], el capitalismo produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias […]”.[1] De hecho, él mismo explica que esta tendencia, donde “[…] la tasa de rendimiento del capital supera de modo constante la tasa de crecimiento de la producción y del ingreso […]”[2], fue la que prevaleció durante todo el siglo XIX y mediante la cual se pueden explicar los altos índices de desigualdad en la distribución de la época aludida. Además, Piketty identifica en la economía mundial contemporánea signos objetivos de que ese mismo fenómeno catalizador de profundas crisis y desigualdades se está volviendo a producir en siglo XXI.


Está es quizá la hipótesis más importante de todo el trabajo.Atendiendo a lo anterior, Piketty expone que los objetivos primordiales de su trabajo son dos: hacer un estudio histórico, sistemático y riguroso de la distribución de la riqueza basada en hechos establecidos con solidez[3]; y“[…] contribuir, modestamente, a determinar los modos de organización social, las instituciones y las políticas públicas más apropiadas que permitan instaurar real y eficazmente una sociedad justa, todo ello en el marco de un Estado de derecho, cuyas reglas se conocen por adelantado y se aplican a todos, y que pueden ser democráticamente debatidas [sic.].”[4]


En este sentido, la propuesta de Piketty para lograr una sociedad “más justa” pasa por instaurar un impuesto progresivo anual sobre el capital a nivel mundial. Propuesta que desarrolla puntualmente en la cuarta y última parte de su libro. Con dicho mecanismo, según Piketty “[…] sería posible evitar la interminable espiral de desigualdad y preservar las fuerzas de la competencia y los incentivos para que no deje de haber acumulaciones originarias [sic.].”[5] Lo anterior implica que su propuesta para conseguir la “justicia social” pasa por que las clases políticas en el poder accedan a instaurar un impuesto progresivo a los capitales de las clases dominantes. Luego entonces, debe quedar claro que Piketty no busca denunciar las desigualdades que produce el capitalismo, ni tampoco al capitalismo como sistema de dominación y explotación.[6]


De hecho, Piketty se dice “[…] vacunado de por vida contra los convencionales y perezosos discursos anticapitalistas […]”.[1] Es más, respecto a la lucha anticapitalista expresa de forma contundente y literal: “no me interesa”.


En pocas palabras, para Piketty, la única “alternativa” posible para lograr que las sociedades sean más justas es reformando al capitalismo para que “[…] la democracia y el interés general logren retomar el control del capitalismo y de los intereses privados, al tiempo que rechazan los repliegues proteccionistas y nacionalistas [de los gobierno de cada país] […]”.[2]


En este sentido, podemos afirmar que la propuesta política de Piketty para lograr la “justicia social” se adscribe al convencional, temeroso y anquilosado discurso del reformismo socialdemócrata y pequeño burgués. Ese mismo Reformismo que Rosa de Luxemburgo denunciara -a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en su ya clásica obra Reforma o Revolución- como una de las estrategias más utilizadas comúnmente por las clases dominantes para evitar que las clases, así como grupos dominados se organicen y revelen en contra del sistema capitalista, así como de los sujetos que l@s opinen, dominan y explotan.[3] En pocas palabras, a lo que llama Piketty no es a construir una sociedad justa y democrática, sino menos injusta y menos autoritaria.


La propuesta política de Piketty es entonces, en el mejor de los casos, un rosario de buenas intenciones. Tan ingenioso como ingenuo, pero sin ninguna posibilidad real de transformar la sociedad. Y en el peor de los casos, el llamado de Piketty al reformismo -que promueve la idea de que el capitalismo puede ser “controlado” por la democracia y el interés general- es un vulgar y disfrazado emplazamiento a la pasividad política, así como la aceptación de la realidad como inalterable para las clases y grupos oprimidos. Una afrenta disfrazada de cientificismo contra cualquier sentimiento y acción anticapitalista.


Ante tal emplazamiento al reformismo, l@s dominados y explotados del mundo debemos entender que cualquier reforma social encontrará sus límites naturales en el interés del capital[4]. Interés que sólo es uno: la acumulación ad infinitum. Es decir, la reproducción del capitalismo a costa de todo, sirviéndose de los aparatos estatales, los organismos internacionales, las guerras, el despojo… por ello, debemos tener en cuenta que solo es posible construir un mundo justo fuera del capitalismo.



La investigación de Piketty es valiosa por toda la información histórica que presenta y algunas conclusiones a las que llega. En este sentido, los datos organizados y sistematizados que contiene el libro bien pueden servir para estudiar de forma rigurosa la naturaleza contradictoria del capitalismo. Incluso, se puede estudiar y discutir su propuesta de imprimir un impuesto progresivo al capital para evaluar la pertinencia de su aplicabilidad como una táctica –que no estrategia- frontal de lucha contra el capital.


Pero, para servirse de los frutos de la investigación de Piketty es necesario primero realizar una crítica seria y formal a la propuesta política e ideológica que él presenta. Una crítica que nos permita percibir con claridad los alcances, limitaciones y pretensiones de su obra.


Ante todo, es necesario entender que la propuesta de Piketty representa a la ideología liberal y que en ningún momento dicha propuesta pretende impulsar una trasformación radical de la realidad como la que necesita el mundo. Luego entonces, debemos tener claro que si Piketty habla de desigualdad, es porque como socialdemócrata, pequeño burgués e ideólogo orgánico del capitalismo no quiere hablar de igualdad.



Fuentes:

Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, México, FCE, 2014, p. 53.

Ibídem, p. 80.

Ibídem, p. 271

Ibídem, p. 15.

Idem.

Ibídem, pp. 16-17.

Ibídem, p. 46.

Ibídem, p. 644.

[Ibídem, p. 46.

Ídem.

Ibídem, p. 15.

Vid: Rosa de Luxemburgo, Reforma o revolución.

Rosa de Luxemburgo, Reforma o revolución, [versión electrónica], España, Fundación Federico Engels Madrid, 2002, p. 45.

Piketty, Thomas, El capital en el siglo XXI, México, FCE, 2014.

Luxemburgo, Rosa de, Reforma o revolución, [versión electrónica], España, Fundación Federico Engels Madrid, 2002.

Foto tomada de www.newyorker.com

 
 
 

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