top of page

Editorial Noviembre

  • Editorial octubre-noviembre. Año 7, número 3.
  • 19 nov 2015
  • 2 Min. de lectura

No existe una balanza que nos diga qué vidas pesan más y cuáles menos. Cada persona que habita la Tierra, en teoría, tiene el mismo valor. Decir que los sucesos recientes son algo nuevo, sería caer en un juego muy peligroso. Hace unos días, la ciudad de París, en Francia, se pintó de rojo. Perdimos, como humanidad, alrededor de 130 personas, hasta el momento. Los medios nos bombardearon con actualizaciones minuto a minuto de los acontecimientos, lo que se sospechaba, quiénes podrían estar involucrados, las declaraciones de un mandatario por acá, otro por allá.


Dentro de la avalancha, surgieron muestras de solidaridad en redes sociales, como el hashtag #PrayForParis y las máscaras de Facebook con la bandera francesa. Del mismo modo, surgieron voces disidentes, molestas por la atención hacia este evento en particular, que, como expresaron, no era la misma que hacia otros fenómenos de violencia. “¿Dónde están las banderas de Líbano o de México o de Siria?” “¿Por qué a nadie le interesa lo que pasa en Nigeria o Centroamérica?”.


Y así es como surgió un conflicto extraño, quienes asumieron la causa francesa y enunciaban que todas las vidas valían lo mismo y quienes denunciaron una desigualdad en el dolor, ¿por qué eso te duele y no lo otro? Y es que hay que aclarar algunos puntos.


Sí, la cobertura mediática sigue correspondiendo a un esquema occidental y colonizado. Sí, hace falta dar una atención justa a todo conflicto armado o hecho de violencia. No, esto no significa que se le quite importancia a los hechos de París.


Hay que pensar también en la diferencia entre los gobiernos, gobernantes y coaliciones de cabezas de Estado que deciden iniciar guerras (como sí es el caso de Francia) y los y las ciudadanas que habitan estos países. Si México sabe algo, es que hay una diferencia abismal. También sabemos qué significa perder personas amadas a manos del terror.


No por esto se deja de lado la necesidad imperativa de hacer un análisis crítico y profundo de las políticas internacionales que han generado la situación actual en la región de Medio Oriente (y América Latina y África y Asia…). Deslindar responsabilidades es sumamente peligroso, porque es uno de los grandes escudos que usa el poder para justificar más matanzas.


Pero también es peligroso dejar de sentir la pérdida humana en carne propia. Sin importar la nacionalidad. Sí, París nos duele, nos duele tanto como Líbano y como Irak. Nos duele igual que Ayotzinapa y San Fernando y Acteal. Nos duele igual que Sudán. Y nos duele como los 7 a 12 feminicidios diarios en este país, como la Guardería ABC, como mil ejemplos más.


¿Quién tiene razón en estos conflictos tan del mundo digital? Qué importa tener la razón. Si hay algo que podemos aprender de estas múltiples y constantes tragedias es que la xenofobia, el racismo y la separación significan una victoria para quienes realmente buscan aterrorizar el mundo. Que no se nos olvide, si queremos saber quién derramó la sangre, hay que seguir los rastros que van hacia el bolsillo inflado de alguien, no de las manos que también recogen cuerpos bajo las ráfagas de balas.

 
 
 

Comments


sigue leyendo
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
  • Wix Facebook page
  • Wix Twitter page
bottom of page