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Todo cambia, menos la UNAM

  • Karen Cruz, Uriel Martínez, Marivilia Monge
  • 2 nov 2015
  • 8 Min. de lectura

A unos días de la designación del nuevo rector o rectora de la Universidad Nacional Autónoma de México, Contratiempo MX laza un investigación especial sobre el proceso que se ha vivido durante las últimas semanas.


Fuente: Foto tomada de eleccion2015.net


Cada cuatro años, inicia el proceso para designar a un nuevo rector o reelegir al que tenía el cargo. Este 2015, José Narro Robles termina su gestión, luego de ocho años de ser nombrado “Jefe nato” y el representante legal -de acuerdo con el Artículo 30 de la Legislación Universitaria-, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dado esto, medios nacionales e internacionales han seguido a los candidatos por medio de entrevistas o investigaciones, así como a estudiantes y académicos en sus manifestaciones.


Así, su creciente cobertura en medios se ha centrado en el proceso, el cual desde antes de iniciar oficialmente con la convocatoria que emite la Junta de Gobierno, se le cuestionó por parte de actores de la comunidad universitaria. Un ejemplo fue John M. Ackerman, a través de su publicación “En defensa de la UNAM” el 3 de agosto en La Jornada. Del mismo modo, se ha mencionado que al estimar la trascendencia histórica así como la coyuntura actual por la que transita el país, este asunto compete a la sociedad mexicana en general.


De acuerdo con una carta realizada por 35 académicos de carrera, la UNAM es “la institución de educación superior más importante del país, por su historia, por su naturaleza pública y por su carácter nacional”, sumado a que es la Universidad más grande en Iberoamérica. Además, forma seres humanos a través de 41 programas de posgrado y 36 de especialización, 115 carreras de licenciatura, 33 carreras de Técnicos profesionales y tres planes de estudio de bachillerato.


Así, frente al rezago educativo de cada año, de acuerdo con “La UNAM en números 2015”, tiene 342 542 alumnos de posgrado, licenciatura, bachillerato y de propedéutico, 38 793 académicos y 11 984 de tiempo completo. Por ello cuenta con 15 Facultades, cinco unidades multidisciplinarias, cuatro escuelas, 9 planteles de la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y cinco planteles del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), ubicados en diferentes puntos de la Ciudad de México.


En este sentido, también cuenta con 33 institutos, 14 centros y 11 programas. De ahí que 4 202 de sus académicos, estén inscritos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y del total de artículos científicos publicados por mexicanos, el 30% correspondan a sus investigadores. Finalmente, tiene 26 museos, 18 recintos históricos, 134 bibliotecas y servicios nacionales; lo cual implica que su acceso está abierto al público general.


Dichos números, permiten valorar que la UNAM no sólo es Ciudad Universitaria, ubicada al Sur de la Ciudad de México, sino que también tiene presencia a nivel nacional en los 32 estados del país porque integra seis campus y seis polos de desarrollo regional en Michoacán, Querétaro, Morelos, Baja California, Yucatán y Guanajuato. En tanto, internacionalmente figura en EUA, Canadá, España, China, Costa Rica, Francia e Inglaterra a través de sus programas.



Debates en torno a la participación


Fuente: Foto tomada de Cuartoscuro

Dada la estructura de esta Universidad, su carácter público y su historia frente al contexto actual, las relaciones entre los actores que la integran se complejizan. En tanto, surgen diferentes intereses que a partir de las coyunturas se encuentran, difieren y generan tensión, tal es el caso de la actual designación del rector o por primera vez rectora. Ante esto, las formas de proceder residen en negociar o “cerrar filas” para evitar el mínimo cambio y seguir igual.


Al poner sobre la mesa los debates surgidos en torno a este proceso a partir del agosto pasado, escuchamos las voces de estudiantes que marcharon a rectoría para exigir la desaparición de la JG bajo consignas como “Falacia, falacia, en la UNAM no hay democracia”, además la organización de académicos de diversas Facultades, quienes a través de comunicados han pedido transparencia y un debate público entre los candidatos e incluso; el respaldo de alumnos a candidatos relacionados con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como respuesta a las descalificaciones que han recibido en la contienda.


En dicha carta dirigida a la JG, enviada por académicos entre quienes destacan los Dres. John Ackerman, Benjamín Arditi, Pablo Fernández Christlieb e Imanol Ordorika, califican como “sano” el reclamo social respecto al conocimiento y la participación en los procesos de toma de decisiones. En tanto, se sustentan en que “La cultura política del mundo y del país se ha venido transformando”, por lo cual la Universidad no puede seguir ajena y debe tener sensibilidad a estas tendencias de cambio.


Resulta importante resaltar que así como son diversos actores quienes se han manifestado, son diferentes sus posiciones y demandas aunque coincidan en su desacuerdo frente a las “formas oscuras” bajo las cuales 15 personas designan al rector. En este sentido, la principal diferencia radica en el modo en que se comprende la participación: como voto directo, indirecto, o bien; dentro de un proceso de rendición de cuentas y transparencia informativa únicamente.



Democratizar no es transparentar ni viceversa



En entrevista para Contratiempo MX, el Dr. Benjamín Arditi, investigador y académico de la FCPyS, partícipe de la carta enviada el 26 de agosto a la JG refiere “La transparencia sería el primer paso, mi duda es si la democratización sea la respuesta, porque puede prestarse que si la designación se realiza por medio del voto, no tendríamos a alguien que necesariamente fuese el mejor sino que fuese alguien que tiene los mejores apoyos”.



Justo porque el también académico e investigador de la FCPyS parte de que “Los mecanismos con los que se elige al rector son oscuros y tienen que ser abiertos”. Sin embargo, duda de que el voto sea la opción más viable: “No es aceptable que la JG designe al rector sin que la comunidad sea partícipe de por lo menos el proceso que llevó a cabo la deliberación de un candidato y no otro. Pero no estoy seguro que el voto libre, deliberado, secreto y directo por parte de los tres estamentos de la universidad… sea la forma concreta de democratizar”.


El Dr. Arditi quien sumó su firma al comunicado “por la defensa de la Universidad pública, de la UNAM”, también colaboró en las 9 preguntas que un grupo de académicos realizó a la JG, luego de que el 22 de octubre se publicara la lista de los candidatos finalistas a contender por la rectoría. Así, la demanda de esta parte de la comunidad, reside en modificar el proceso a través del acceso a la información y la rendición de cuentas, con sustento en los artículos 16, 6 y 8 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


Por lo cual, solicitaron a la JG transparentar la deliberación, reformar la Ley Orgánica de la UNAM; lo cual no viola la Legislación Universitaria y responder las nueve preguntas; relativas a su toma de decisiones. Si bien, estos comunicados reconocen el proceso como una “forma anti- democrática”, sus demandas se contraponen con quienes rechazan el artículo 6 de la Legislación Universitaria, el cual permite a la JG, nombrar al rector además de explorar “en la forma que estime prudente, la opinión de los universitarios”.


Y es aquí el principal punto de conflicto, en tanto el pasado 7 de octubre, integrantes de las Juntas Defensivas Universitarias -reciente organización estudiantil-, leyeron un pronunciamiento frente a la Torre de rectoría, “por la democratización de la UNAM”. En donde se escuchó “que se encuentra en disputa, más que la simple sucesión del máximo puesto de gobierno de la UNAM, el carácter público de la Universidad”.


Por esta razón, mencionaron repudiar que “prevalezca una estructura de gobierno de corte medieval”, arcaica y antidemocrática, compuesta por 15 individuos, “elegidos de manera arbitraria y que no rinden cuentas a nadie”. Cabe destacar que la JG, es una de las seis autoridades universitarias junto al rector. En esta misma posición, Martín López Gallegos, ex consejero técnico de la FCPyS, integrante de dicha organización en entrevista para Contratiempo MX considera el voto como vía para la participación estudiantil.


El también profesor adjunto y egresado de Relaciones Internacionales, sostiene que si bien, la participación de la representación de los tres sectores (estudiantes, académicos y trabajadores) por medio del voto, es la vía; señala que le resulta fundamental el papel del estudiantado “como un elemento para poder incidir en la toma de decisiones de la universidad, en este caso para el nuevo rector.” Aunque añade que le parece limitada esta demanda cuando también se tendrían que elegir cada uno de los cargos públicos de la UNAM.


Así, López Gallegos comprende esta posición como un proceso, “pensar en una elección anticipada o muy precipitada, desde luego ni a nivel nacional podría llevarse a cabo. En este sentido, agrega que “pasa por una serie de fases: consultas a nivel estudiantil y universitario en general, asambleas, desglosar criterios que marquen la pauta de lo que queremos como comunidad universitaria”. Esto con el objetivo, de conocer propuestas concretas, formular un pliego petitorio, proponer criterios para elegir a un rector y al resto de los cargos, así como dar seguimiento a sus gestiones.


Siguiendo la vía a favor de la democratización, un integrante del Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS) de la Facultad de Ciencias, afirmó que el voto universal “es una forma de cuestionar, porque no se consulta a la comunidad universitaria en la elección del proceso, es decir, estudiantes, trabajadores y académicos.”


De igual forma, al preguntarle sobre si la comunidad estudiantil está preparada para participar de tal forma, refirió “no sé si la comunidad está preparada (…) sino de qué forma se impulsan esas pequeñas chispas que han encendido a la universidad”.


El miembro del MTS también señaló que, a su criterio, ningún candidato cubre el perfil que debiera tener el nuevo rector, pues “nadie ha cuestionado la inversión privada en la universidad, no hay independencia de clase, no hay lucha por los intereses de los estudiantes y trabajadores”; su crítica abordó la figura misma del rector y lo que representa, asegurando que bien podría crearse una comisión de enlace que entablara diálogo con la estructura empresarial y el gobierno federal, y así, representar directamente los intereses de los tres estamentos que conforman la entidad universitaria, evitando la centralización del poder en una sola persona.



A favor o en contra: Decida usted


Así, se suele cuestionar la exigencia que busca democratizar la UNAM a través del voto porque a nivel Nacional, este mecanismo no ha garantizado una decisión razonada, lejana a dejar de reproducir los vicios que durante años se han cometido en México como fraudes electorales, acarreo y compra de votos. En este sentido, López Gallegos menciona que en tanto los estudiantes de la UNAM son privilegiados, frente a quienes no pudieron ingresar se tiene “esa mínima capacidad de discernir sobre lo que un universitario tiene como deber…”.

Además señala que a partir de “un proceso democrático, se puede politizar a la comunidad universitaria con los más de cuatrocientos mil miembros que la integran (…) porque naturalmente un proceso de elección, tiene que marcar una postura desde el mismo estudiante, profesor, investigador y trabajadores, para poder decidir quién va a llevar el rumbo de la universidad.”


Por ello, resulta elemental entrever en dicha apreciación que si se apela por valorar sólo este argumento, la forma en que se designa al rector desde 1945 seguirá igual so pretexto de la cultura política en el país. Por supuesto, ignorando las particularidades de la comunidad universitaria y sobre todo, el interés de estudiantes y académicos de tener acceso a la información e incluso de participar indirecta o directamente por medio del sufragio.


El 21 de octubre la JG comunicó que hasta el día anterior había recibido 1 534 grupos de diferentes disciplinas así como entidades académicas. Mientras a través de los medios contemplados en la convocatoria; se habían manifestado más de 34 000 integrantes de la comunidad universitaria. Un día después esta misma autoridad, anunció que la radio y la televisión de la UNAM, otorgarían un espacio para que enviaran un mensaje quienes fueran entrevistados.



El comunicado de la JG sólo mencionó la participación contemplada en la convocatoria frente a las otras demandas que durante el proceso se han hecho presentes a través de diferentes mecanismos y discursos. Pero que al final, buscan ser escuchadas –incluso-, por la misma institución que rechazan o desean abolir a corto o largo plazo. Así, en esta coyuntura no es suficiente estar atentos a los candidatos, sino también a las voces que “por debajo” se manifiestan. Tomar postura.


Finalmente, el conflicto parecería centrarse en la figura del rector cuando implica cuestionarse la forma misma de gobierno en la UNAM, la cual contempla a seis autoridades en las cuales se concentra el poder. El proceso continúa así como las pregunta, ¿cuál es el mejor régimen de gobierno para la comunidad en su conjunto considerando el contexto actual? ¿A qué candidato o candidata le corresponde suceder a Narro? Y ¿a quién elegirá la JG?



Fuente:

Foto 2: Maximiliano Monterrubio.

Foto 4: tomada de @Pajaropolitico.

Foto 5: tomada de www.dgcs.unam.mx


 
 
 

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