Mujer, tradición y política: el certamen Diosa Centeotl en la Ciudad de Oaxaca. (Segunda Parte)
- María de la Luz Maldonado Ramírez
- 20 oct 2015
- 5 Min. de lectura
En una entrega previa, que precede este texto, hemos planteado la primera dimensión de la relación entre mujer, tradición y política en el certamen “Diosa Centeotl” que se realiza en la Ciudad de Oaxaca en el contexto festivo de la Guelaguetza. Tal dimensión apunta a la construcción institucional de la imagen de la mujer oaxaqueña, a la manera de una identidad homogénea impuesta, para los fines del espectáculo turístico folclorizado. En esta segunda y última entrega, queremos cerrar nuestras reflexiones introduciendo una segunda dimensión de análisis de la relación planteada a partir de una pregunta general: ¿por qué participan y se disputan casi 30 señoritas el cetro de Diosa Centeotl, más allá de las determinantes ideológicas e institucionales del certamen? Esta segunda dimensión de la relación entre mujer, tradición y política durante la Guelaguetza nos dirige a indagar sobre el proceso de selección de la representante de la diosa, el propio certamen, y los motivos subjetivos o personales que se expresan en la participación de las concursantes.

Bedani Mendoza Vázquez. Cuilapan de Guerraro.
Foto: María de la Luz Maldonado Ramírez
El concurso se realiza en dos días, normalmente el jueves y viernes previos al primer desfile de delegaciones y a la Comida de la Hermandad, en los que “la diosa” participa. El primer día, las concursantes hacen una breve exposición de las leyendas, costumbres, tradiciones, historia y gastronomía de su lugar de origen; el segundo día está dedicado a la vestimenta tradicional, su historia, uso y composición, así como el significado vinculado con la cosmovisión de su etnia o su historia de vida. El jurado evaluador, idealmente, está formado por integrantes del Comité de Autenticidad, amplios conocedores de la cultura del estado. Las concursantes tienen cuatro minutos para cada presentación, tomar más tiempo implica una penalización que el jurado toma en cuenta para la decisión final. Todas las condiciones de participación las impone la STyDE (señorita soltera, entre 16 y 22 años, que resida en su comunidad y dé cuenta de un amplio conocimiento y vinculación con las tradiciones y cultura de su pueblo). La joven que dé cuenta de un amplio conocimiento de la historia, costumbres, tradiciones, de la cultura de su pueblo, pero que demuestre que lo vive, lo practica, es decir, que posee un conocimiento práctico de su cultura, es la ganadora. Por ende, no se trata de un concurso de belleza, sino de conocimiento e implicación con la cultura de su comunidad.

Cruz Hernández Santiago. Chicahuaxtla, Putla Villa de Guerrero.
Foto: María de la Luz Maldonado Ramírez
Quienes hemos asistido al certamen y nos hemos inmiscuido en la preparación de esos dos días con algunas concursantes, realmente nos maravillamos de sus participaciones, sostenidas a través del esfuerzo, interés, orgullo y responsabilidad por representar a su pueblo en la fiesta de la ciudad; son muy interesantes los procesos de selección locales, que van desde una propuesta personal hasta concursos internos, como son los casos de las Chinas Oaxaqueñas de Doña Genoveva Medina, la representante de la diosa para las celebraciones del pueblo en Villa de San Pablo Huixtepec y la Reina de la Vela Sandunga. En el primer caso, la maestra Silvia Márquez Medina, directora de la delegación de Chinas Oaxaqueñas que formó su madre, Doña Genoveva Medina, convoca a sus muchachas a prepararse para el concurso interno, en el que el grupo decidirá quién los representará en el certamen. En el caso de la Villa de San Pablo Huixtepec, a través de un concurso en la comunidad, se elige a la representante de la Diosa Centeotl para las celebraciones del Lunes del Cerro del pueblo y, por consiguiente, tiene el derecho de participar en el certamen de la ciudad. Finalmente, en el caso de la Reina de la Vela Sandunga, al ganar el título en el Istmo de Tehuantepec, tiene el compromiso de representar a su municipio en el certamen de diosa. Son dos días de valiosísima información etnográfica y cultural, de una belleza sin igual a través del abanico multiétnico de la vestimenta tradicional y su historia, del carisma y personalidad que caracteriza a las mujeres de las ocho regiones del estado. Todo esto hace del certamen Diosa Centeotl un verdadero documento social, de la diversidad y la belleza de las tradiciones de los pueblos de Oaxaca en la voz de sus mujeres.

Denis Ricoy Gerónimo. San Pedro Tapanatepec.
Foto: María de la Luz Maldonado Ramírez
Ante este contexto de oportunidad que apertura nuestros horizontes culturales, es deplorable presenciar los juegos funestos, sínicos, de las prácticas políticas personalísticas y familiares de quienes organizan y se inmiscuyen en el certamen. Estos hechos denigrantes acaecieron durante el certamen del 2015. Sin duda, es incontrolable experimentar decepción cuando, tras mucho trabajo, no se logra el fin esperado. Pero, cuando se presenta una decepción que da pie a un descontento generalizado en forma de fuertes reclamos, y un desconcierto de los propios turistas al darse a conocer a la señorita que fue electa como Diosa Centeotl 2015, no sólo nos hace dudar de las decisiones políticas y clasistas que circundan el certamen, también nos llena de indignación que se burlen de esa manera del esfuerzo de 29 señoritas que, pese a los nervios e incertidumbres, participan con orgullo y compromiso hacia su cultura, pueblo y tradiciones.

Dámaris Hernández Herrera. Villa de San Pablo Huixtepec, Zimatlán.
Foto: María de la Luz Maldonado Ramírez
El certamen Diosa Centeotl 2015 fue un evento de gran calidad, superó con creces el nivel del certamen del año anterior. Una tras una, se presentaban señoritas excelentemente preparadas, dando un saludo en su idioma o la presentación entera, y haciendo un esfuerzo posterior para traducirlo al español, como fue el caso de la representante de Putla, Villa de Guerrero, Cruz Hernández Santiago, originaria de la comunidad triqui de Chicahuaxtla; mujeres con gran carisma y emoción, como fueron la representante de Salina Cruz, Martha Catalina Vázquez Arroyo, quien nos contó la historia sobre el origen de su pueblo, el último en formarse en el Istmo de Tehuantepec, o la representante de la etnia zoque de San Pedro Tapanatepec, Dennis Ricoy Gerónimo, quien abrió el certamen con toda seguridad, silenciando a la tumultuosa ciudad durante cuatro minutos para apreciar su presentación y la sencillez del traje que portaba con gusto; cómo no apreciar el orgullo y fluidez de la representante del poblado mixteco del Valle, Cuilapan de Guerrero, Bedani Mendoza Vázquez, portando el traje de las abuelas del pueblo, así como la representante de Villa de San Pablo Huixtepec, Dámaris Hernández Herrera, quien, con una magistral presentación, nos compartió el respeto que tiene hacia sus prendas típicas, mismas que ella confecciona, y el orgullo que siente al portarlas, sin temor a que la llamen “pueblerina”.

Martha Catalina Vázquez Arroyo. Salina Cruz.
Foto: María de la Luz Maldonado Ramírez
Solamente mencionamos algunas de las concursantes que, como las demás, realizaron presentaciones extraordinarias, compartiendo su conocimiento y vínculo con las tradiciones de su etnia o pueblo mestizo y/o afrodescendiente (como fue la representante de Jamiltepec). Señoritas que tomaron la ciudad por dos días, que retumbaron su voz en el espacio central de la ciudad y que fueron objeto de las prácticas políticas funestas de unos cuantos, pero que, pese a tales intentos, los ecos de la cultura resuenan con viveza. Porque les pudieron haber quitado un cetro y la presencia en la fiesta, pero nunca las despojarán del orgullo y amor a su cultura y tradiciones, que colma sus cuerpos y habita en su voz, esperando con ansias al dichoso interesado en conocer sus historias.
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