Testimonio: Sobre los pactos patriarcales, o del miedo al poder de las mujeres
- Sofía Anaya
- 18 sept 2015
- 2 Min. de lectura
En diferentes ocasiones me he enfrentado a situaciones molestas y frustrantes a causa del miedo que ciertos hombres experimentan cuando se relacionan con mujeres en posiciones directivas.
Muchas veces, en los negocios, aun cuando yo soy la directora de una empresa y mi hermano es un “empleado” más, varios clientes prefieren tratar con él, cerrar contratos con él, porque por ser mujer y ser joven no les doy la suficiente confianza. Además, si no visto tacones o si no me maquillo no me toman en serio.
Es difícil comenzar un negocio y tener una postura feminista definida sobre no aceptar la estética hegemónica. Difícilmente se consiguen entrevistas, y una vez que se tienen no se puede hacer uso del “recurso de ser mujer” para firmar un contrato. Y ni qué decir de los “buenos” contratos que se firman en cantinas y “table-dances”, estos poquísimas veces llevan la firma de una mujer.

También, sabemos que el mundo de las organizaciones sociales no está exento de las violencias hacia las mujeres. A pesar de ocupar una posición directiva y de toma de decisiones en una OSC, muchas veces, mis colaboradores pasan por alto mis opiniones o al presentar una propuesta necesito llevar el respaldo de algún hombre para que le presten atención. Esta realidad me ha llenado de ira y tristeza en incontables ocasiones y me ha hecho querer renunciar.
Esta situación de violencia laboral e institucional contra las mujeres tiene un pilar central en los pactos patriarcales. Los hombres que participan de las estructuras sociales machistas, olvidan sus diferencias para generar relaciones de dominación que excluyen a las mujeres y a otras masculinidades no hegemónicas.
La intención de los pactos patriarcales es invalidar todo lo que socialmente se considera femenino, y que por consiguiente se atribuye a las mujeres. Estos pactos llevan a los hombres que los practican, a cometer o encubrir delitos, a participar en actos de corrupción, de injustica o de violencia.
Pero, no abandonaremos nuestros proyectos. Al contrario, construiremos sororidad, nos haremos escuchar, y que los “machos” sean quienes salgan de nuestras empresas y organizaciones. Porque sí hay otra forma de hacer negocios y formar alianzas desde una perspectiva feminista.
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