Fiesta y política en la Ciudad: escenarios de negociación para la participación de las comunidades e
- María de la Luz Maldonado Ramírez, Posgrado FCPyS
- 18 ago 2015
- 5 Min. de lectura
La Guelaguetza, la máxima fiesta de los oaxaqueños, es un gran referente de la relación entre la cultura y la industria cultural: la cultura de masas turística que encuentra en el folclore un aparente descubrimiento del “otro” cuando sale a escena ante miles de espectadores que no logran reconocer su otredad. Poco se sabe de los avatares y sacrificios que realiza la delegación de las diferentes comunidades que postulan para participar en la fiesta, quienes previamente son evaluados por los organizadores: la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico del Estado de Oaxaca y un grupo especializado conocido como “Comité de Autenticidad”, que visitaron las más de 50 comunidades que solicitan participar, año tras año, en la fiesta. La Guelaguetza se realiza en la ciudad el segundo y tercer lunes de Julio, siempre y cuando el primer lunes, conocido como Lunes del Cerro, sea posterior al 16 de julio, fiesta de la Virgen del Carmen, y al 18 de julio, cuando se celebra la muerte de Benito Juárez.

La Guelagueza
Fuente: www.culturantica.org
Pero, además de la relación de esta fiesta con el turismo y la folclorización de los pueblos, guarda un vínculo innegable con la política, o la práctica de la política como se realiza en Oaxaca. Esto lo podemos observar cuando analizamos la estructura organizativa de la fiesta y las formas de participación que dictan e imponen a los participantes, que se manifiestan en decisiones arbitrarias, impositivas y clientelares, principalmente en la imposición-negociación para que delegaciones que no habían sido aceptadas en la fiesta, como fue el caso de Ejutla en la Guelaguetza 2015 (con un antecedente inmediato en 2013) y los organizadores muestren los ejercicios del poder nefastos en el dominio que ejercen sobre la cultura.
Cuando estas acciones empañan el trabajo de años de danzantes, músicos y comunidades enteras que se preparan para ir a la Guelaguetza, un lugar común es dirigirse hacia un chivo expiatorio: ese papel le otorgaron al Comité de Autenticidad. Es así como se ha generado un contexto de fuertes críticas, demandas y hasta insultos bajo una premisa central: ¿Quién es el comité y porqué evalúan a las comunidades? Hacer un poco de historia sobre la Guelaguetza nos dará algunas pistas. La Guelaguetza tiene como gran antecedente las celebraciones del IV Centenario de la obtención del estatuto de ciudad a la Ciudad de Oaxaca, que se celebró el 25 de abril de 1932.
Tras el sismo del 14 de enero de 1931, los gobernantes y los miembros de la sociedad oaxaqueña, aquella que sobrevivió a los cambios que introdujo la Revolución Mexicana: la vallistocracia oaxaqueña, constituida a partir de los vínculos de parentesco entre oaxaqueños y extranjeros hacendados, renovada por el ascenso de la clase media conformada por los profesionistas, se propusieron organizar las celebraciones para la ciudad y con ello levantar la economía local. Así surge el Homenaje Racial, en el que los organizadores invitaron a una “delegación racial” de cada región para que participara con sus bailes tradicionales en la Rotonda de las Azucenas, ubicada en el Cerro del Fortín. El Homenaje Racial no se volvió a organizar bajo el motivo inicial. En su lugar, se impulsaron las festividades del “Lunes del Cerro”, una práctica festiva en torno a la celebración de la Virgen del Carmen que se introdujo en la Ciudad de Oaxaca durante la Colonia y que los españoles, así como las órdenes religiosas que los acompañaron en el proceso de evangelización, sobrepusieron a las fiestas prehispánicas en honor a la diosa Centeotlcíhuatl, Diosa del maíz tierno.
Fue hasta 1959 que esta fiesta fue nombrada como Guelaguetza, organizada por el municipio de la ciudad. A partir de entonces, comienza a consolidarse la invitación a diferentes comunidades del estado para que asistieran a la ciudad con sus danzas, música, tradiciones y vestimenta autóctona, sean de origen étnico, mestizo o afrodescendiente, ya que después del Homenaje Racial, las participaciones en el cerro las realizaban grupos de danza o escuelas de la ciudad. En la década de 1980 surge uno de los cambios organizativos más importantes de la Guelaguetza: la organización pasó a manos de la entonces Secretaría de Turismo y con ello surge el Comité de Autenticad. El motivo de este cambio bien puede ser entendido como una economía folclorizada de la cultura. Dada la creciente comercialización del espectáculo folclórico, los organizadores tenían que cuidar las formas de las presentaciones: el “costumbrismo” de la fiesta y la visión del indígena y del mestizo que habita fuera de la ciudad que promueve la misma Guelaguetza.
Las comunidades no volverían a ser invitadas a la fiesta de la ciudad. Si querían participar en ella, tenían que solicitar su invitación a través de las autoridades municipales, y los encargados decidirían a quiénes invitar. El Comité de Autenticidad se reúne una vez realizadas todas las evaluaciones, en el periodo de febrero a junio, y por medio de las actas que realizaron en cada evaluación, emiten una lista preliminar de invitados a la Guelaguetza. Sus criterios son muy sencillos: indagan sobre la autenticidad del traje, de la música y de la danza, así como la coherencia del cuadro que presentan: interpretar una danza o representar una tradición de la comunidad, ya sea bautizo, boda, mayordomía, vela, Semana Santa, fiesta titular, entre otros. En cada evaluación, las delegaciones presentan una investigación a través de una monografía en la que explican el porqué de cada elemento que compone su cuadro.
Así tenemos una lista que emite el Comité de Autenticidad con base en el amplio conocimiento que tienen los integrantes de la delegación de cada comunidad. Pero esta lista no es la definitiva. Hay un último filtro por el que pasa la propuesta del comité, para lo cual se reúne un “comité ampliado” y las autoridades de turismo. Este es el nivel estructural en el que surgen los “acuerdos políticos”. Aquí habría que hacer una distinción importante. Los municipios que se rigen por sistema de partido tienen mayores posibilidades de negociar para que su delegación se presente sin que haya sido invitada, incluso durante la campaña de algunos presidentes municipales participar en Guelaguetza es parte de sus promesas. En el extremo contrario, están los municipios cuya organización social y política es de usos y costumbres: las negociaciones son mínimas, por lo que su única posibilidad de garantizar la participación en Guelaguetza es a partir de la organización de la comunidad (un caso muy bello y claro es el de la delegación del pueblo mazateco de San Jerónimo Tecoatl, en el que podemos afirmar que toda la comunidad forma parte de la delegación, dado el nivel de involucramiento).
El caso de la imposición de la delegación de Ejutla, justo el fin de semana previo a la octava de la Guelaguetza, muestra un nivel más del nepotismo oaxaqueño. Una práctica descarada, que se hace evidente sin ningún tapujo, sin ningún reparo. Desafortunadamente, los integrantes de la delegación de Ejutla terminaron dándole la razón al Comité de Autenticidad, quienes no asistieron a los ensayos del domingo previo ni a la octava de la Guelaguetza como manifestación de protesta y desacuerdo, pues presentaron un cuadro muy descuidado, claramente inferior al que presentó la delegación anterior de este bello poblado del Valle de Oaxaca, quienes no fueron invitados en el 2013 pero se prepararon y cuidaron la presentación de los sones ejutecos para pisar con fuerza el Auditorio Guelaguetza en 2014, delegación que se ganó el respeto de los participantes.
Para concluir, basta preguntarnos, tratando de ponernos en los zapatos de los participantes de cada comunidad, principalmente aquellas que llevan más de 6 años tratando de subir al cerro ¿Qué tiene que hacer una comunidad para participar en Guelaguetza? ¿Cuáles son sus posibilidades reales? Saliéndonos de esos zapatos y sabiendo que a los participantes no les dan ningún tipo de remuneración económica por su presentación, solo el apoyo en viáticos ¿Qué hace a la Guelaguetza tan atractiva como para recurrir a las negociaciones políticas y a prácticas clientelares?
Comments