Masturbaciones
- contratiempomx
- 17 ago 2015
- 2 Min. de lectura

Aún me pongo duro tan sólo con imaginar tu espalda. Dónde estaría ahora recargada; yo aquí en el deseo y unas perras ganas. Eso es una predisposición consciente del desapego, pero ocurre la nada si mi libido se llama tus piernas y aquello que ocurría entre ellas.
Tocarme me enferma, no porque sea una repulsión hacia mí; sólo ocurre que no es contigo. Pero no puedo detenerme. Los demonios; esa nostalgia, me toca tanto como yo le toco. El deseo es un llamado a la soledad. Eso quiero imaginarlo, antes de terminar y saberme más solo. Tanto como el bajón de un cuelgue sobre mis venas.
Sé que no ocurre. No estás ahí. Yo inundado en deseo, el pulso me deja llevar entonces. No hubo hora. La carnalidad me hizo perder los estribos. Estabas, pero no te escuchaba ni te sentía. No había temblores al terminar. Yo sólo meneaba para terminar lo más pronto posible al tiempo que imaginaba un sí a todas mis negativas. Pude al menos recordarnos por instantes. Preciosos instantes. Efímeros.
Vi comerme cada extremidad. Palabras que no dije. Manos que no tocaban, sino mi propio deseo en lugar de tu espalda, o encajar las uñas. Para cada momento te sabía en un momento preciso, mis recuerdos favoritos que usaría hasta en el momento de no ser en mí.
Ocurrió de todos modos. Salió el esperma volando. Sé exactamente que donde sea que haya caído, no fue sobre ti. Todo fue sin sentido. Por apaciguar un deseo; más egoísta de lo que nunca pude ser. Más vacío de lo que nunca me sentí.
Masturbarse sólo es apaciguar un deseo, pequeño. Tenías tantas ganas que no pudiste, ¿eh? ¿Y qué hay del resto de chicas? Ya dejaste algunas oportunidades. Puede que no regresen. Nadie regresa. Cuántas llevas en tu haber y cuántas quedaron. Ellas tan sólo fueron más masturbaciones, pero con un poco de carne. Eran deseos, expectativas. Mujeres que cumplen el sueño.
Sí, quizá. Estar vacío se volvió un entendimiento. Amar y desear son elementos que suceden, amas lo que ves, tal como lo ves, no hay nada que construya el deseo, sino el mismo cuerpo se posiciona desde esa perspectiva. Por eso estoy en este dilema. Nunca deseé nada en ella, sino lo que vi. Eso se convirtió en mi deseo.
Entiendo. Disfruta lo que no es.
No lo disfruto, solo me desahogo.
Me desprecio, como si me hubiera usado yo mismo. Nada más alrededor que mis brazos, aunque con ellos no puedo alcanzar una mierda.
Odio masturbarme desde siempre.
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