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Entre tacones y golazos

  • Deyanira Morales
  • 8 jul 2015
  • 3 Min. de lectura

Reseña de Rostros en la oscuridad, Pamboleras.

“El futbol no es para mujeres”, ¿cuántas veces no hemos escuchado esa frase?

Sin embargo, dichas palabras quedan debajo de las propias acciones, en donde podemos notar el crecimiento de pamboleras, que con pasión y destreza, han hecho del balón y los “tacos”, una filosofía y estilo de vida.

Incluso, la Federación Mexicana de Futbol, a través de Fernando Cerrilla, anunció en mayo de este año: “es de gran importancia impulsar la participación de las mujeres en el fútbol femenil en un entorno ya oficializado por la Federación en una plataforma deportiva”, expresó el dirigente de dicha Federación.

No obstante, pese a ese “reconocimiento”, seguimos observando poca atención de televisoras hacia el fútbol femenil, sobre todo, en comparación con el masculino; esa situación en el caso mexicano, ya que en diversas empresas y/o asociaciones, sí difunden y resaltan la participación femenina en el futbol, por ejemplo, Google que el día 5 de julio, lanzó un doodle aludiendo al festejo del inicio de la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2015.

En cuanto a la discriminación latente y a pesar de la desatención por algunas instituciones sociales, culturales, políticas, etc, hacia las mujeres, en algunos estados de la República Mexicana, ha habido una liberación y avance en cuanto al ejercicio de sus derechos; y ahora es común ver a las mujeres haciendo labores que se supone son “sólo para varones”, por ejemplo, ya hay mujeres taxistas, microbuseras, mecánicas, albañiles, policías, luchadoras, etc.

Algunas mujeres se han posicionado como sujetas que van más allá de los clichés, rompen estigmas sociales y no permiten la subyugación. Asimismo, se han empoderado de roles y de espacios y hasta se han desatado de los prejuicios culturales que por mucho tiempo las han guiado; pasando del “deber ser” al “querer ser”.

Y es de esa manera que han pasado de las zapatillas a los tacos, de las faldas a los shorts, del andar tranquilas y moderadas a las patadas voladoras. Es así como se han expandido las mujeres pamboleras.

Sirva decir que la mujer pambolera se ha olvidado de los convencionalismos, ha decidido ser el árbitro de sus propias decisiones, ponerle tarjeta roja y amonestaciones a esas etiquetas frustrantes, se ha tenido que chutar que le digan “mariposita”, “marimacha”, “machorrita”, pues simplemente ha lanzado la moneda y ahora ella es la que empieza el juego a su propio ritmo.

Por ello, vale referir a Rostros en la oscuridad, serie de libros coordinados por el profesor Melchor López y Adán Magaña. Que en su edición de Pamboleras, decidieron sacar de la penumbra a esas mujeres que han sobresalido no por planchar adecuadamente ni lavar bien los trastes, sino por sus atributos deportistas y por su valentía al enfrentarse con lo que “no se podía”: al futbol, al fucho, a la cascarita.

Por ello, muchos rostros se develan, y es así como conocemos a Ayleen, a Leticia, a La Chepa, quien por cierto, a sus 72 años de edad aún recuerda sus años de gloria en las canchas.

Las y los autores de este libro, destacan a aquellas mujeres que han hecho del futbol no sólo una afición, sino un estilo de vida, un nombre y un apellido. Los relatos confirman que para las poetizas del balón no ha sido fácil acceder a las oportunidades futbolísticas que gozan los hombres, pues entre otras cosas, también han tenido que pasar por una vergonzante discriminación. No obstante, con su talento y dedicación han hecho que esas personas que hablaban de ellas, se metan un autogol con sus propias palabras.

Rostros en la oscuridad, nos relata historias de mujeres que por voluntad y anhelo han dejado la casa para pasar a la cancha, a la euforia, a la adrenalina, a los abucheos, a los pases, a los goles; féminas que han dejado que el futbol sea una “actividad que une corazones”. Con este libro, Rostros en la oscuridad, anotó gol al destacar a estas pamboleras de alma y corazón y en suma a recalcar que por más que se niegue “la pasión no distingue géneros”

 
 
 

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