Espejo
- Iván Trujillo Hernández
- 17 jun 2015
- 1 Min. de lectura

Vi mi vientre amorfo. Hinchado. Jugaba entre los canales de piel con ombligo mientras arremolinaba mi vello con el índice. Dudaba. Reía de mi absurdo imaginario. De mi ingenuidad. De lo estúpido que resulta verme al espejo mientras sonrío con sinceridad.
Dista mi poco atractivo de esas fulminantes risas con sorna. Con cada sílaba impresa de sarcasmo y burla. Pero quitar la careta es duro. Mis irregulares dimensiones faciales. Los dientes amarillos y la prematura piel de viejo. Esos cabellos enterrados entre la escasa barba. Entre la barba el acné.
Sonrío con sorna, mi propia burla. Me considero atractivo por un segundo. Luego se va, hasta reír de nuevo de alguien que se siente miserable. Ahí mismo, en la miseria, llegó esa frase que leía entre sueños de pie.
No soy guapo. No soy listo. No vivo allí. No vivo en realidad. Venga a mí más sonrisa lastimera. Hágase la negación. Revisítenme en todos mis defectos. No sirvo para la conquista. Definitivamente ése no soy yo.
Pero eso no lo dije, sólo respondo a lo leído. Aunque eso ya no importa, por eso no me fue difícil hallarlo. Por eso pido un deseo con la pelusa de mi ombligo. De soslayo frente al espejo. Otra sonrisa. Aquí me despido.
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