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Las revanchas del futbol

  • Adrianelly Hernández Vega @NellyAtlas
  • 31 mar 2015
  • 4 Min. de lectura

“El futbol da revanchas”, frase que tiene de trillado lo que tiene de cierto. El balompié es un deporte que bien puede arrastrar por el suelo a un equipo o jugador, para luego alzarlo hasta la gloria; a veces es cuestión de minutos, otras de meses o hasta años para que llegue la tan ansiada revancha; pero se hace presente.

La naranja aceitada

Sudáfrica 2010

Arjen Robben se cuela entre dos defensas, el rayo holandés no deja ver ni el polvo entre el par de españoles que divisan cómo queda frente a Iker Casillas; el guardameta del Real Madrid se tira a los pies del delantero y le arrebata el balón para evitar la caída de su arco. El marcador se mantiene en cero, hasta que llega el genio, el hombre de la sonrisa de niño que prende un balón con la pierna derecha y lo manda al fondo. Andrés Iniesta es el héroe. España es campeón del mundo. Otra vez como en 1974 y la Naranja Mecánica. Otra vez como en 1978. Otra vez Robben se quedó con las ganas.

Múnich 2012

Gol de Thomas Müller al minuto 82, ventaja para el Bayern Munich en la final de la Champions League. Robben ha tenido oportunidades de gol, pero Petr Cech detuvo todo. La orejona se ve cerca, casi le puede acariciar; pero Didier Drogba y su papel de salvador para ‘Los Blues’ anotan el 1-1 en un certero cabezazo al 87. Un penal fallado por el mismo holandés, las lágrimas de Bastian Schweinsteiger. El festejo de Drogba. Esta vez no, Robben.

Wembley 2013

Final alemana. Oportunidad de revancha, revancha con el deporte, revancha con el balón, revancha consigo mismo. Ventaja para el Bayern, empate del Borussia. La tragedia se asemejaba a la de Múnich. Esta vez sí. El otro lado de la moneda. Dos minutos para el final. Robben toma la pelota en los linderos del área, en un pase que Ribéry no alcanzó a recibir, conduce, milésimas de segundos, remate raso, la de gajos entra lentamente. ¡El Bayern Munich es campeón de Europa! La revancha llegó. Robben se descosió en lágrimas y sonrisas de alivio por el anhelado triunfo, por la venganza personal.

ArjenRobben_Getty_Internet.jpg

La caída en Salvador de Bahía

Salió a toda prisa para quitarle la gloria al holandés, Iker Casillas achicó a la perfección, como dictan las normas de los porteros, se quedó con el balón, con un pedazo de Copa del Mundo que, minutos después, Iniesta convirtió en realidad. Fue un maravilloso día para el guardameta de la “Madre Patria”; un Mundial, ese torneo que se espera, el que se sueña dormido o despierto, ese que cuatro años más tarde, el golero querría olvidar.

Brasil 2014

IkerCasillas_AFP.jpg

Se quedó inmóvil. Nadie esperaba un gol de esa manufactura, un gol de Robin Van Persie que después estaría nominado al Puskás. Casillas mira al cielo, para ver el balón y para preguntarse qué maldición le cayó a España ese día.

El resto de goles llegaron vía un talentoso Robben que estaba viviendo un segundo aire en su carrera, uno lleno de triunfos: dribló cuanto quiso, dejó en el suelo a Casillas, expuso a Sergio Ramos y a Gerard Piqué, anuló a una España desfigurada. Otro de los tantos fue una pifia del arquero, quien en la desesperación sólo pidió una falta inexistente para pretextar su equivocación; pero la verdadera debacle del jugador número uno vestido de amarillo se hizo realidad cuando no supo recibir una pelota y la dejó a modo para un Van Persie que ya había volado hacia la victoria. “No me gusta Casillas, se acabó, hoy no están los históricos”, decía un cronista de televisión con un nudo en la garganta por el ultraje al, hasta entonces, campeón del mundo. Casillas y toda España quisieron olvidar esa noche.

Clásica venganza

Casillas volvió a errar en un partido definitivo. Una mala salida le costó el 1-0 en contra frente al Atlético de Madrid en la final de Champions del 2014, pero Sergio Ramos empató el partido en los instantes finales y Ángel Di María dio el partido de su vida para que el Real Madrid alzara la décima orejona, tras 12 años de sequía. El capitán, Casillas, alzó la Copa, la gritó muy fuerte, como desahogo, como quien se desprende de un peso que lo aquejaba de tiempo atrás. El histórico estaba ahí, como los grandes.

La samba se baila lejos de Brasil

Hace unos días, Thiago Silva y David Luiz volvieron a llorar, aunque ahora de felicidad, con el boleto del Paris Saint Germain hacia los cuartos de final de la Champions League, juntos, compartiendo sueños como en la infancia, sufriendo juntos sobre las canchas de futbol. Después de la humillación histórica que Alemania le propinó a Brasil en el Mundial de 2014, con aquel 7-1, los defensas de la verde-amarela quedaron heridos con el futbol, a pesar de que Silva vivió aquel juego desde la banca; fue hasta el 11 de marzo, sobre el césped de Stamford Bridge, que pudieron olvidar, por lo menos durante unos instantes, los viejos resentimientos provocados por Toni Kroos y compañía, en julio de 2014.

David Luiz había dicho que no festejaría frente a su ex equipo, Chelsea, pero el desborde de adrenalina que provoca el futbol no permitió que el zaguero guardara la compostura, tras decretar el 1-1 con un certero cabezazo al minuto 85, cuando parecía que el cuadro francés no se levantaría de la desventaja, en el ocaso del juego y sin el sueco Zlatan Ibrahimovic en el ataque. La venganza esperada, con el futbol, consigo mismo.

David_Luiz_ThiagoSilva_AFP.jpg

El alargue fue necesario, PSG había hecho un enorme partido, tanto que ‘Los Blues’ poco pudieron penetrar en la parte baja de su rival, comandada por el brasileño Thiago Silva, que estaba dando un partido de alto nivel; pero la noche pareció arruinarse cuando el carioca cometió una mano increíble que significó el 2-1 abajo para su equipo, al minuto 95, ya en tiempos extra.

De héroe a villano. De villano a héroe. El número 2 del PSG se sacudió los fantasmas de Mineirao, olvidó el fatal error, mandó un testarazo que Thibaut Courtois atajó para enviar a tiro de esquina, volvió a tomar aire para elevarse y, ahora sí, cabecear bombeado para techar al portero del cuadro inglés. La locura. Un empate de ensueño. El pase a los cuartos de final. Una venganza esperada. Gracias, futbol. Gracias.

 
 
 

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