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El infierno periodístico

  • Rafael Oliver López López
  • 16 mar 2015
  • 3 Min. de lectura

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––Éste es el verdadero infierno ––dijo el jefe de la compañía mediática a una de las periodistas más relevantes de su país.


––Si se está en el infierno, podré decir que mis actos han sido parte de su origen. Yo informo, tú temes, yo actúo, tu censuras. Si has de someterme por cumplir con mi trabajo cotidiano ¿Quién seré yo para justificar tu miedo? La censura y la prevaricación dice más que mil palabras ––dijo la periodista más escuchada del país después que le negaron volver a transmitir en su programa radiofónico.


La noticia sobre el despido de Carmen Aristegui Flores ––ex conductora de MVS Noticias–– ha causado un nuevo nivel de cohesión nacional después del caso Ayotzinapa que involucró la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos en el estado de Guerrero. La lucha contra el sistema de medios informativos ha sido constante desde que Aristegui comenzó a trabajar en Televisa, a inaugurar su línea editorial en W Radio, hasta alcanzar la proyección nacional a través del “periodismo sedentario” en MVS donde el estar sentado frente a un micrófono, para poner en la agenda aquellos temas que ningún otro medio aborda, ha generado la clave causal de inconformidades y de revelación de los secretos de la clase política mexicana.


Muchos temas se han puesto a debate en el programa conducido por Carmen Aristegui. La mayor parte de los mexicanos sintonizaban de 6:45 a 10:00 el programa informativo de MVS. ¿Qué pasará ahora con este espacio radiofónico que se ha perdido? ¿A dónde acudirán ahora los públicos fieles a este programa? ¿Un unfollow en la cuenta de Twitter de MVS Noticias debe ser la solución para defender a Carmen Aristegui?


La respuesta a los cuestionamientos anteriores estarán dirigidos, probablemente, a un solo camino para combatir a las empresas mediáticas: la creación de espacios periodísticos independientes. Aristegui puede tener la posibilidad de fundar un nuevo espacio que dé cabida a un programa para así ocasionar el regreso de aquellas audiencias las cuales, después del despido de la periodista de MVS, escucharán otros programas informativos, pero que seguirán extrañando el discurso enfático, dubitativo e incluso prepotente con el cual Aristegui ponía contra las cuerdas a la clase política de México.


Sin embargo, sería interesante ver incursionar a Aristegui en el periodismo de campo, verla conseguir la nota y luchar por ella para construir historias sin necesidad de contar con un equipo editorial encargado de notificarle las noticias del día; como ejemplo de esto tenemos a dos grandes periodistas que han sabido revelar los secretos de la clase política como: Anabelle Hernández y Marcela Turati.


Carmen Aristegui es una figura pública a diferencia de las anteriores periodistas; no obstante, verla de cuerpo completo sería observarla en la búsqueda de la versatilidad periodística y no en el encasillamiento aunado a la comodidad, para así enriquecer con información ya no únicamente a través del “periodismo sedentario”, sino por medio de múltiples géneros propios del oficio periodístico.

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El infierno periodístico liderado, esta vez, por la familia Vargas de MVS, ha golpeteado no únicamente a Carmen Aristegui, sino a todo un equipo de trabajo, lo cual ha conllevado a un conflicto administrativo y no tanto de censura o libertad de expresión. La despedida de dos reporteros de MVS, quienes estuvieron involucrados en la Casa Blanca de Angélica Rivera, es un hecho, la aparición de Mexico Leaks como una nube informativa e independiente ha constituido una nueva forma de acercarse a la pluralidad de contenidos brindada por empresas periodísticas y aportada por el ciudadano.


La lucha entre las empresas contra los periodistas sigue reinando en la actualidad. ¿Cómo lograr la libertad de expresión y la independización del periodista mexicano dentro de estas empresas? La respuesta ronda en decir que, simplemente, cada compañía de medios posee agendas y líneas editoriales particulares; no aceptarán el individualismo a pesar de contar con espacios que los doten de mayores raitings. Ante esto la pertinencia del periodista será buscar siempre la veracidad y pensar en su lector para dotarle de información de actualidad o, como en el caso de Aristegui, de datos controversiales que los políticos preferirían no oír.


Sólo queda esperar a que Carmen Aristegui encuentre un nuevo espacio para realizar su estilo periodístico; sin embargo, sería interesante verla incursionar nuevamente en el periodismo escrito más allá de su columna en el diario Reforma. El infierno periodístico ha rendido otro golpe al periodismo mexicano; por tanto, es momento de tratar de combatirlo a partir del trabajo arduo del cada periodista mexicano y no solamente desde el discurso de una sola persona. Desde este momento, la cadena de noticias de la familia Vargas ya no será la misma de antes en cuanto a sus audiencias.

 
 
 

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