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ETS

  • contratiempomx
  • 6 mar 2015
  • 1 Min. de lectura

Priscila Mayerstein

Imagen: Molly Strohl

Las emociones son eso que, si dejas fluir de más, te mata. Pero si no las dejas fluir en lo absoluto, son eso que te va matando, secando y enfriando lentamente… hasta que llegas a pensar que te has vuelto de piedra y ya te es difícil sentir dolor. Pero, en realidad, un día te das cuenta que ya en automático metes las emociones a la papelera de reciclaje, ya no tienes que hacer ningún esfuerzo por meterlas en ese cajón. Hasta que un día te analizas a ti mismo y te das cuenta que no quieres hacer nada, no quieres tocar el piano, no quieres salir, no quieres hacer ejercicio. Simplemente no quieres hacer nada, y te vas dando cuenta que eso es causado por esos sentimientos guardados que te chupan las ganas de vivir o de siquiera moverte, te van chupando por dentro desde el cajón en el que los metiste.

Estábamos solos y borrachos, pero él estaba mucho más solo y borracho que yo. Pienso que él tenía más ganas de morirse que de coger. Se puso a canturrear esa canción, la que dice eso de “el lunar de tu clavícula”. Y, a pesar de que yo llevaba meses -literalmente, meses- aguantándome unas ganas tremendas de cogérmelo, esa noche no me lo cogí. Me acabé el caballito de mezcal y me fui. Estaba tan triste. Me dio miedo que me contagiara. La tristeza también es una enfermedad de transmisión sexual.

 
 
 

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