Pueblos originarios y rock: ¿Etnorock? ¿Rock indígena?
- contratiempomx
- 2 mar 2015
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Lumaltok en el Vive Latino 2014. Foto: Dirección de Culturas Populares, Conaculta.
Mariana Montiel
Hace relativamente pocos años, sorprendía a muchos escuchar que existían grupos de rock que interpretaban su música en un idioma originario, o sea, el supuesto “rock indígena”. Al respecto, hubo y hay opiniones de todos tipos, desde quienes aplauden este movimiento, quienes le otorgan nombres y explicaciones, hasta quienes lo perciben como una afrenta a las “raíces mexicanas”.
Algunos de los términos que se han utilizado para denominar a este movimiento musical son etnorock, rock indígena o bats’i rock, pero, ¿se le puede llamar así? ¿Qué hay detrás de estos conceptos y del movimiento en sí?
Entre los primeros grupos que interpretaron, en su lengua materna, podemos encontrar a Hamac Caziim y a Sak Tzevul, cuyas letras en comcáac (seri) y bats’i k’op (tsotsil), respectivamente, asombraron tanto a hablantes como a externos. Ambas agrupaciones datan de mediados de los noventa y surgen en contextos muy diferentes: Punta Chueca, Sonora y Zinacantán, Chiapas.
Evidentemente, ambas bandas no se pusieron de acuerdo para emerger en la escena del rock nacional, ni conocían sus propuestas entre sí, incluso fueron algunos años después, en el 2000, cuando coincidieron en el Festival “De el Costumbre al Rock”, encuentro que congregó las nuevas expresiones en lenguas originarias de diferentes pueblos en aquel momento.
Sin embargo, a pesar de la aparente lejanía de estas agrupaciones, tenían en común un propósito fundamental en su concepto artístico: el rescate de su lengua materna.
Después de mucho esfuerzo, por parte de las bandas pioneras, se abrieron los espacios para dar cabida a estas expresiones alternativas a la industria cultural, lo cual fue una de las razones por las que ahora existen muchas más, de diferentes pueblos, que persiguen el mismo objetivo, aunque con diferentes escuelas musicales, conceptuales e ideológicas.

Sak Tzevul, camino a casa. Foto: Facebook de Sak Tzevul.
Nombres como Yibel J’metik Banamil, Pat Boy, Ceiba Flava, Vayijel, Rockercóatl, Xipe Vitan Jäi, Colectivo El rapero de Tlapa, Lumaltok, Santos Santiago, Slajem K’op, Venado Azul, son algunas de las bandas o solistas que actualmente producen rock, hip hop, reggae, metal y un largo etcétera de fusiones que tienen origen en las lenguas originarias de lo que llamamos México.
Y es aquí cuando comienzan las interrogantes: ¿esto es etnorock, rock indígena? No todo es “rock”; entonces, ¿hip hop indígena?, ¿metal étnico, etno metal? ¿Qué lo hace indígena, qué lo hace etno? O, simplemente, ¿habría que diferenciar a estos grupos de otros que interpretan el mismo género: hablar de un subgénero diferenciado por la lengua?
En un principio, tanto Sak Tzevul como Hamac Caziim se asumían con el término bats’i rock, vocablo que proviene del término bats’i son, que refiere a la música con la que los bats’i ants viniketik (pueblo tsotsil) nombran su música; si se traduce sería (aunque esto es imposible de manera literal) 'música verdadera', por lo que el bats’i rock significaría: 'rock verdadero'.
Esta fue la primera gran forma de acercarse a una autodenominación, uno de los aspectos fundamentales en las luchas de reivindicación de los derechos de los pueblos originarios, nombrados, en el mejor de los casos, desde el idioma náhuatl; es decir: otomís, en lugar de pueblo ñhä ñhú; huicholes, en lugar de pueblo wirrárika; mixes, en lugar de ayuujk y un etcétera de 56 autodenominaciones, sin contar las variantes que se hablan en las comunidades de cada uno de estos pueblos.
A pesar de lo genuino que puede resultar el término bats’i rock para el movimiento musical que se describe, por venir de una autodenominación y no de una clasificación externa, no todas las bandas comparten la idea de incluirse en el bats’i rock, como tampoco todos los pueblos están de acuerdo en entrar al saco de “los indígenas”, concepto que redujo la diversidad cultural a su apariencia más vulgar.
De este modo, los términos “rock indígena” y “etnorock” resultan una continuación de la misma perspectiva que denotan imposición y una profunda ignorancia de las culturas que habitan el país.

Damián Martínez, vocalista de Sak Tzevul, en el Vive Latino 2014. Foto: Dirección de Culturas Populares, Conaculta.
Por un lado, la palabra “indígena” trae consigo la pesada carga colonial de ser el eufemismo de “indio”, pues aunque se argumenten sus raíces etimológicamente correctas para hablar de alguien originario de un lugar, no se asume en lo estricto de la palabra, porque, en ese caso, todos seriamos indígenas, todos somos originarios de algún lugar.
Una situación similar pasa con la palabra “étnico”, ¿quiénes son los étnicos? Los que pertenecen a una etnia; es decir: comparten rasgos culturales, idioma, vestimenta, expresiones artísticas, entre otras; entonces, si todos compartimos estos rasgos con alguna comunidad, ¿somos de una etnia?... No, en realidad, lo étnico se utiliza para denominar el modo de vida de cualquier comunidad que no se piense a sí misma desde una lengua europea.
A pesar de esto, muchas agrupaciones terminan por “aceptar” aquello del “rock indígena” más como estrategia de difusión que por identificación, porque, seguramente, las personas, incluso en México, no sólo desconocen qué es díidxa záa o bats’i k’op, sino qué es zapoteco o tsotsil, es más fácil decir que es “indígena”.
En realidad, en este momento, no existe un nombre que pueda englobar este emergente -todavía- movimiento musical, pero no será ni la academia, ni los medios, ni la industria musical los que digan qué es y cómo se llama, sino los mismos artistas quienes pongan, en su libertad de nombrarse, título a su expresión.
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