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La condición antisistémica del neozapatismo

  • contratiempomx
  • 27 feb 2015
  • 5 Min. de lectura

Emmanuel Rafael Tehutle Quiroz


El zapatismo hoy, significa no sólo una de las muchas subjetividades que resisten al embate del capitalismo neoliberal, sino uno de los tantos movimientos que en Nuestra América se encuentran en la transición de la condición de subjetividad hacia el antagonismo, pues además de hacer suya la bandera del anticapitalismo como condición sine qua non de la supervivencia, también genera procesos que ya no se limitan a la resistencia y la defensa, sino a la construcción de una política, una economía y una sociedad otras. Dicho sea de otro modo, el neozapatismo en su condición de antagonismo al sistema capitalista, también puede construir desde la resistencia y resistir a partir de la construcción permanente.

Si bien no se debe rechazar a priori todo lo construido dentro del capitalismo, definido por marcos axiológicos, epistémicos y metodológicos particulares, si es menester que los metarrelatos construidos desde las ciencias occidentales dominantes se cuestionen de manera sistemática, pues de lo contrario no se podrán romper las consecuencias primordiales del caminar capitalista que desplaza, silencia, difumina, absorbe, elimina y trastoca todo lo que no se ajusta al impuesto deber ser capitalista. Es por ello que, el caminar zapatista, en contrasentido, a lo largo de ya 31 años desde su creación y 21 de su irrupción en la escena política nacional e internacional, se ha caracterizado por romper los sofismas lingüísticos y escritos del pensamiento hegemónico, en tanto sus aportes discursivos que encuentran, en la mayoría de los casos, una vinculación orgánica con la praxis.

De tal manera que con todos sus asegunes, el neozapatismo rompe, por ejemplo, las lógicas patriarcales al crear la ley revolucionaria de las mujeres zapatistas que permite a las mujeres, entre otras cosas, decidir sobre su cuerpo, ser elegidas como representantes en las tareas de la comunidad, así como tener dirección en la estructura militar y, sobre todo, tener presencia en el espacio público, antes exclusivo del hombre.

Asimismo, hoy el neozapatismo redefine la educación que, con orgullo por su contenido y significación, es rechazada por las instituciones educativas nacionales por el hecho de enseñar a dudar y por afirmar, en afinidad con José de Souza Silva, que "la pedagogía de la respuesta forja seguidores de caminos ya existentes [y que lo necesario ahora] es la educación transformadora con la pedagogía de la pregunta, para que no memoricemos las respuestas que han instituido nuestro presente e imaginemos las preguntas que pueden transformar nuestro futuro"[1]

Por tanto, el neozapatismo también ha logrado mostrar algo que Eduardo Galeano rescata sobre Simón Rodríguez, aquel hombre nacido en 1769, en Caracas y a quien la Iglesia bautizó como párvulo expósito, hijo de nadie, él creía, como hoy nos muestra el neozapatismo “[…] que nuestros países no son libres, aunque tengan himno y bandera, porque libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, no quienes obedecen”[2]

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Por ello, bajo tales nociones la izquierda institucional es puesta en tela de juicio no por el neozapatismo per se, sino por las prácticas que se desprenden de este proceso, marcando con ello una distancia semántica entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el concepto de izquierda, en tanto que éste rebasa las prácticas que, tras la “apertura democrática”, la izquierda institucional circunscribió a las campañas electorales y al voto, dejando de lado el trabajo político de base y replicando lo que desde el anticapitalismo, el EZLN resquebraja, es decir, el clientelismo, la corrupción, el corporativismo, los cacicazgos y, en pocas palabras, lo que acontece en la cotidianidad del sistema económico-político mexicano y mundial.

El contexto actual internacional está caracterizado por “La no satisfacción de los deseos y la firme y perpetua creencia en que cada acto de satisfacción de éstos deja mucho que desear y puede ser mejorado, [esas] son las locomotoras de la economía orientada al consumidor”[3] No obstante, lo que el EZLN ha logrado es, a mi parecer, redefinir las necesidades dentro de la cotidianidad, necesidades apartadas de las lógicas impuestas desde las industrias culturales hiperconsumistas y que han servido para tratar irracionalmente al territorio, a la tierra y a los bienes comunes (recursos naturales), pues el fin último de la exploración, extracción, explotación, transformación y distribución de aquéllos, es la creación de mercancías para generar el consumo exacerbado y con ello la idea de que son indispensables en nuestra vida diaria.

Así, el neozapatismo también conserva la idea clara sobre el territorio, pues desde la visión tojolobal, según Carlos Lenkersdorf, “[…] conciben el cosmos repleto de vida, que los hace tener una sociedad y una relación intersubjetiva. Es decir, dado que todo tiene vida, las relaciones que existen son entre sujetos, y no entre sujetos y objetos (subordinados)”[4] Esta situación les permite a los neozapatistas entender que “los desafíos al sistema son impensables sin la existencia de espacios fuera del control de los poderosos”[5] cuya significación, por el simple hecho de escapar de la vigilancia del capital, se vuelve contrahegemónica.

Con todo, la redefinición del territorio, la ruptura patriarcal y machista del sistema heteronormativo, la transición de la educación de la obediencia hacia la pedagogía de la duda, así como la construcción de una semántica libertaria y el desarrollo de una pluriculturalidad intercultural, es decir, la relación con otras resistencias y emancipaciones nacional e internacionales, marcan a este proceso como un movimiento en contra del capitalismo y del neoliberalismo, lo cual dota al EZLN de la condición antisistémica, anticapitalista o simple y sencillamente en contra de las lógicas de un proceso histórico que conforme avanza, pone en tela de juicio la supervivencia del orbe.

Al final, más que profesionales de la violencia como decía Carlos Salinas de Gortari, los neozapatistas son, desde sus alegres rebeldías, un estorbo para el capitalismo, y eso, cuando proviene del enemigo antagónico, es factor de orgullo porque cuando éste habla bien de ti, es porque algo va mal.


Bibliografía y fuentes electrónicas:



  • Raúl Zibechy. (2010). “Ecos del subsuelo: resistencia y política desde el sótano”. Obtenida el 23 de diciembre de 2014 de, http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/cecen/06zibe.pdf

  • Violeta Nuñez Rodríguez. “Territorio maya-tojolabal: la visión del otro”. En revista Estudios Latinoamericanos, nueva época, núm. 22, julio-diciembre, 2008. Centro de Estudios Latinoamericanos, FCPyS, UNAM. México, D. F. pp. 79-98

  • Zygmund Bauman. “El consumismo”. Editorial Criterios. La Habana. 2006.

  • José de Souza Silva. “Desobediencia epistémica”. Obtenida el 19 de enero de 2015 de, http://www.apse.or.cr/webapse/pedago/enint/souza03.pdf

  • Eduardo Galeano. “Los hijos de los días”. Editorial Siglo XXI. España. 2012. Pp. 440









[1] José de Souza Silva. “Desobediencia epistémica”. Obtenida el 19 de enero de 2015 de, http://www.apse.or.cr/webapse/pedago/enint/souza03.pdf


[2] Eduardo Galeano. “Los hijos de los días”. Editorial Siglo XXI. España. 2012. Pág. 370


[3] Zygmund Bauman. “El consumismo”. Editorial Criterios. La Habana. 2006. pág. 5


[4] Violeta Nuñez Rodríguez. “Territorio maya-tojolabal: la visión del otro”. En revista Estudios Latinoamericanos, nueva época, núm. 22, julio-diciembre, 2008. Centro de Estudios Latinoamericanos, FCPyS, UNAM. México, D. F. pág. 84


[5] Raúl Zibechy. (2010). “Ecos del subsuelo: resistencia y política desde el sótano”. Obtenida el 23 de diciembre de 2014 de, http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/grupos/cecen/06zibe.pdf

 
 
 

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