De lenguas y sentido
- contratiempomx
- 26 feb 2015
- 3 Min. de lectura
Tex

Existen denominaciones que intentan pasar por plenos reconocimientos, desalojando toda posibilidad de discusión. Una de éstas es la expresión del Día Internacional de la Lengua Materna. En las siguientes líneas intentaré polemizar este título, ampliando su sentido para así problematizar la condición subalterna de las lenguas originarias de nuestro país, en el marco de esta fecha -21 de febrero-.
Lo primero que me pregunto es qué se entiende por lengua materna. Para una posible respuesta se pueden serruchar estas dos expresiones para tener, por un lado, lo que respecta a la lengua, y por el otro, a lo materno. Lengua en este sentido no refiere a lo fisiólogo, sino al sistema lingüístico, es decir, al sistema de significación, por lo que también puede pasar como sinónimo de idioma. Así toda lengua es idioma. Lo materno no se puede separar de la construcción imaginaria de la maternidad, por lo que sería a través de este primer vínculo como accedemos al sistema de significación, y simplificando, esto significaría que todo miembro de una comunidad lingüística iniciaría el aprendizaje de su idioma a partir de esta relación, por lo que todos los idiomas son maternos.
La segunda pregunta que me hago es: si todas las lenguas o todos los idiomas son maternos, ¿por qué cada vez que se enuncian se vinculan directamente con las lenguas originarias?. El reconocimiento de la diferencia cultural en el auge del neoliberalismo no es una situación sencilla, por un lado, con las políticas multiculturalitas se otorgó cierta visibilidad a aspectos de las culturas milenarias no hegemónicas, mientras otras se intentan borrar. Así tenemos un filtro que separa lo que debe ser reconocido y lo que debe ser excluido. Por ejemplo se aboga por ciertos derechos culturales pero se hace caso omiso a exigencias políticas, sociales y económicas que se enfrentan a la maquinaria neoliberal. Se reivindica lo tolerado, lo que puede ser colocado detrás de una vitrina, lo inerte, mientras que se excluye lo que cuestiona, lo que exige, lo que habla, es decir, lo que vive.
En el caso de las lenguas originarias se reconocen siempre y cuando formen parte de lo exhibible, lo que vende, lo que configura el acervo de lo “bonito”, no cuando significa lucha y resistencia, cuando se conecta con la memoria, cuando construye una historia propia que se enfrenta con la historia oficial, con el discurso colonial.
Los que hablamos una lengua originaria la reconocemos día a día y no en una fecha especial. Todo reconocimiento parcial es para tranquilizar a las buenas conciencias, para hacer algo con aquellas “minorías”, pero recordemos que este proceso hace minoría al otro. El poder construye minorías artificiales a través de un proceso de tutelaje que no sólo se queda a nivel demográfico justificado por censos poblacionales, sino que lo convierte en un eterno menor de edad que requiere cotidianamente el ejercicio del poder de tutelaje.
Efectos de este poder son este tipo de reconocimientos que sólo sirven para justificar y legitimar un orden de exclusión y racismo como lo es el capitalismo. Por eso no habrá un día internacional de la lucha, la resistencia y la revuelta. Nosotros reivindicamos nuestras lenguas al hablarlas, estudiarlas y transmitirlas, no en una fecha específica, sino cuando miramos la fiesta de la nubes sobre las montañas, cuando vemos correr la culebra que forma la ola o el arcoíris, cuando el surco de la tierra es arado por el abuelo, cuando el surco es escrito en un página en blanco.
Comments