Amor teórico
- contratiempomx
- 4 ene 2015
- 4 Min. de lectura
Miguel Ángel Teposteco

“…puesto que el gran deseo de un corazón inquieto es el de poseer interminablemente al ser que ama o hundir a este ser, cuando llega el momento de la ausencia, en un sueño sin orillas que sólo puede terminar el día del encuentro”
Albert Camus, La peste
Plantear un amor teórico es relativamente sencillo. Sólo hay que encontrar el momento en el tiempo en el que las cosas pudieron ser diferentes, donde pudieron ser “más amorosas”.
Detrás de Ella había dos alas de gente. Su figurita en el centro, plantada como una pieza de ajedrez. En el futuro teórico todo va bien hasta aquí. Cada una de las partes del juego está puesta para que la otra haga su parte y ocurra el futuro correcto para el Amor teórico. Primero es acercarse, hablar y reír. Después, es invitarse a salir (quien invitó no importa en este caso). Luego, quedarse de ver en una cafetería... en las cercanías de Ciudad Universitaria.
El otro paso para manipular esta historia es sentarse frente a una mesa, observar el azúcar e imaginar que uno no tiene café en sus manos. En ese momento se entiende que algo anda mal. En uno de los futuros alternos, el dinero se ha acabado. En otro futuro, previsto por el sujeto, una noche ocurrió un desvelo, un fraude y luego, como era la costumbre, dinero en el bolsillo. Siempre son lindas las conspiraciones estudiantiles.
Está el deber de --como es casi costumbre-- entender de manera religiosa a la otra persona. Primero saber sus gustos, sus actitudes y entender qué es lo que desea. El deseo es importante. Hay galaxias que dependen del deseo. Cualquier soñador lo sabe. Ella llega por el lado lateral. Él la observa. Detrás de esos lentes fashion hay unos ojos que recorren todos los tonos de la madera, dependiendo de la iluminación de la habitación. Ella llega. En el futuro malo, él no trae dinero. ¿Por qué? Ha olvidado la cartera en la oficina. Es una verdad abstracta, pero tiene su contundencia. En otros universos es mentira. Igual en uno de ésos se lo dice, ella sonríe, saca un billete y paga los dos cafés. Ambos ríen un rato y se separan en las entradas de la facultad. En el otro futuro, Él paga. No hay mucha diferencia. Hubo una primera impresión horrible (en otro futuro), pero en éste no la habrá. Sólo pagarán y verán una construcción más del tiempo.
En otro tiempo y en otra figura, esa oportunidad vuelve a aparecer. La maestra llega al salón. Empieza la clase. De parte de Él hay un golpecito para Ella. Ella reacciona y le da un golpecito. Así inicia un jueguito lindo. En la niñez, tiempo anterior (por supuesto), aparece más o menos la misma figura. Dos juegan y se miran. En la mirada se nos guarda el cuerpo más ligero, el que nos define la piel, el que nos define la velocidad de la mirada, la claridad de los ojos. Aún así todos observan, Ellos se patean despacito. Después, nadie sabe qué pasa. Por lo menos en uno de esos futuros. En otro ocurre que se toman de las manos por unos minutos. Ocurre que se apenan los dos. Ocurre que ella dibuja un corazón en la libreta de Él, ocurre que Él dibuja un girasol. Ocurre que ambos sonríen y no se sueltan las manos. Ocurre que esto lo hacen los amigos. Ocurre que alguna emoción se manifiesta por ahí. Ocurre, tal vez, que pasa que nunca pasará nada. Ocurre que así es el cariño (futuro).
Tiempo después, pasa que Ella llama a su casa. Pasa que han peleado. Pasa que pasaron detrás del tiempo, detrás de la canción, detrás del dolor, detrás de la pena y detrás del olvido (o del intento del olvido). Pasa que tal vez ocurre que ambos están encerrados en un cuerpo, aprisionados por las cadenas de las arterias, atados por las venas, clavados con el esqueleto. Pasa que se destruyeron, pasa que las noches un solo techo, arriba de dos camas, se expande y se contrae. Pasa que ambos lloran, que ambos se tambalean. Pasa que no saben si aman, porque los vivos no saben cuándo aman; lo saben los ángeles cuando ven a otro ángel, lo saben los demonios cuando ven a otros demonios. Lo saben las frutas, lo saben los gatos, lo saben los perros, lo saben las casas. Pasa que de humanos a humanos más humanos se convirtieron los humanos.
Pasa que vuelven a pensar en el momento clave del encuentro. Antes de las luces apagadas, antes de los cuartos oscuros, antes de las fotos juntos, antes de las fantasías, antes del hartazgo, antes de extrañarse. Pasa que en otro pasado desearon pasarse desapercibidos. Desean que esa clase de inglés sea poco a poco calmada por intereses colaterales. Ella lo mira, Él la mira, y en ese pasado ocurre el abrazo, ocurre la fantasía, ocurre el sueño. ESO PASA.
Ocurre que, en un futuro combinado diferente (como la cara del cubo Rubik), ellos se miran a los ojos largo tiempo. La habitación está cerrada y nadie los molestará. Ocurre que los rizos de ella se deslizan sobre su piel morena, ocurre que el cabello quebrado de él se acomoda sobre la almohada. Ocurre que nadie dice nada. Ocurre que están Solitos los dos, cerquita de Dios.
Y luego… finaliza con el perdón. Finaliza con el cierre del armario, con el golpe a los libros. Finaliza con los créditos de la película. Finaliza con la marcha del imperio. Finaliza con los dos que se persiguen en el parque. Finaliza con los dos besándose debajo de una mesa en un restaurante. Finaliza cuando las aves se callan. Finaliza cuando los autos se detienen. Finaliza con la última novela. Finaliza con la letra final, casi callada, de este cuento infernal.
Comments