El último preso
- contratiempomx
- 28 dic 2014
- 2 Min. de lectura
Oliver Neoquínico
El último preso o la policía, de Slawomir Mrozek, se presenta todos los días, a partir del 25 de diciembre y hasta el 11 de enero, en el Foro Shakespeare. Es dirigida por Alejandro Bichir, y por supuesto también cuenta con su actuación, además de la presencia de Odiseo y Bruno Bichir.

Esta puesta en escena tiene treinta únicas funciones: Los lunes, martes y miércoles a las 20:30 hrs; los jueves y viernes doble función, a las 18:30 y 20:30 hrs; sábados 19:00 y 21:00 hrs; y domingos 18:00 y 20:00 hrs.
En una sociedad distópica, cuyo Estado ha logrado –o al menos en apariencia- una estabilidad nunca antes vista, donde toda la población está a gusto con el régimen político y con el manejo de los bienes, la policía se enfrenta a la absolución del último preso.
El sargento de la policía se enfrenta con la disyuntiva de dejar libre o no al último preso, quien se ha declarado fan y admirador fiel del régimen del niño rey y de su tío el señor regente, por lo tanto, se libera de la cárcel.

La puesta en escena gira en torno a una de las funciones primordiales del Estado y de su policía, que es mantener el orden establecido. Pero al no tener ni una persona que se oponga, la policía se vuelve innecesaria aunque le ofrecieran al último preso toda clase de estampillas postales.
Sin perder nunca cierta cortesía, el sargento ha ideado un plan de provocaciones, con el jefe de policía vestido de civil, lo que lo convertía en un doble policía, o un súper policía y no un cualquier doble policía.
Haciendo gala de unas impecables actuaciones, acompañadas de una escenografía muy bella, con cuadros-dibujos del monero Trino y, en el segundo acto, con el “Falso Espejo” de René Magritte como analogía de lo que el nuevo último preso ve y piensa a causa del encierro, los Bichir nos entregan una obra plagada de ingenio y de absurdo, donde el subjetivismo como opción va en contra de su sistema de partidos.

La función principal de la policía queda aquí desvelada: reprimir a todo aquel que necesite en algún momento arrojarle una bomba a un general. Aunque se acepta como una exigencia natural, si en determinado punto la población está a gusto con el régimen, será necesario influir en su desencanto. La política, aquí queda claro, es la administración del conflicto, o la creación de él.
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