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Autonomía universitaria: Eje de la libertad y las transformaciones

  • contratiempomx
  • 18 nov 2014
  • 6 Min. de lectura

Luis Josué Lugo

La Universidad es lo primero, permanezcamos unidos para defender, dentro y fuera de nuestra casa, las libertades de pensamiento, de reunión, de expresión y la más cara: ¡nuestra Autonomía! ¡Viva la UNAM! ¡Viva la Autonomía Universitaria! Barros Sierra


De acuerdo con González Casanova: “La lucha por la autonomía de la universidad pública hoy incluye la lucha contra la lógica mercantil de la vida y sus derivados de represión, enajenación y corrupción autodestructiva de líderes y movimientos[1].”


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Esto, conlleva valores como la pluralidad, humanismo, colectividad y capacidad de análisis, escrutinio y crítica, como parte de la autonomía.


Desarrollo histórico

La conquista de la autonomía universitaria ha sido un proceso histórico, social y político que debe reivindicarse en la actualidad, de tal modo, que se entienda el costo que tuvo, para elucidar un panorama en el cual, las reivindaciones sociales no queden excluidas del argot del universitario que vive, siente y profiere: “por mi raza hablará el espíritu”.


Vale recordar (aludiendo a esa consciencia histórica que tan olvidad se tiene en la postmodernidad), que la autonomía[2] universitaria fue conseguida en 1929, después de huelgas encabezadas por estudiantes de derecho, quienes se declaraban abiertamente como vasconselistas. Después de muchas pugnas, Portes Gil les otorgó dicha concesión y se agregó su carácter autónomo a NUESTRA Universidad.


A nivel histórico, la autonomía de la UNAM ayudó al transito de una sociedad cerrada, a una sociedad más libre.


Fue en dicha Institución, -y apoyados en la autonomía- en donde se transgredió el orden impuesto en los sesentas; en el teatro, música, cine, ideología e indumentaria. La ola disidente fue tanta, que desembocó en el movimiento estudiantil de 1968, el cual, indudablemente conformó una nueva identidad para los mexicanos, ayudando a la apertura en ideas y al aumentó de la libre expresión.


Universidad: motor de cambio social

Actualmente hablamos de autonomía, entendiendo que este grado de separación (relativa) con respecto a los poderes hegemónicos, le confiere a la Universidad la oportunidad de ser un motor de cambio social.


Aunque por otro lado (y aquí entra lo relativo), la autonomía universitaria se enfrenta a una paradoja; por un lado es autónoma en el aspecto académico, pero por otro, recibe apoyo económico del Estado (subsidios), lo cual puede sujetar su acción, sobre todo, en el otorgamiento de presupuesto.


De igual modo, es sustancial tener cuidado al proferir la palabra autonomía, ya que puede entenderse en un sentido dogmático o arcaico, visiones que llevadas a su máximo cauce, terminan uniéndose, pues se aplica el viejo principio que alude a la unión de posturas distintas, cuando éstas son extremas.


Entiéndase por ejemplo, la existencia de grupos dentro de la Universidad que pretenden tomar el concepto de autonomía para “encausar revoluciones” y cerrar las aulas universitarias a todo conocimiento que ‘sospechosamente’ promueva valores capitalistas.

Igual de radical, es la postura tecnócrata, en la cual, se mira de soslayo el aspecto socio-humanitario que ha distinguido a la UNAM, despojándola de su carácter social e intentando tecnocratizarla. Se trata del Neoliberalismo aplicado a la educación y la pérdida de la memoria histórica, como consecuencia de una absurda ideologización.


¿En qué estriba entonces la autonomía universitaria? Sostengo que ésta debe pugnar por la aparición del libre pensamiento que sea un órgano crítico y escrutador de los proceso socio políticos en México, sin olvidar, su labor práctica hacia la sociedad, ponderando como primer elemento (y como contraposición a la ideología Neoliberal), el bien colectivo.[3]


Esto, sin caer en ideas absolutas, -convirtiendo a la Universidad, más que en un centro de estudios, en un lugar de mítines-. Si bien, es necesaria la acción política, debe efectuarse sin caer en dogmatismos y siempre, en atención a la memoria histórica, sin soslayar la libertad de cátedra, como pilar de la pluralidad de ideas y la formación de un todo dentro de la nada.


Libertad de cátedra que se consiguió después de la adquisición de la autonomía, y obedeció a los principios de pluralidad que en ese momento establecieron los intelectuales (como Antonio Caso), pero que no nació tan plural como podría parecer.


Finalmente, fueron los años de pugnas estudiantiles, y en especial, el movimiento de 1968, lo que permitió que esta libertad de cátedra, adquiriera también, una visión de izquierda (aunque debe criticarse, que en determinado momento, se volvió una izquierda dogmática que negaba toda opinión distinta), comprobando la aplicación de la dialéctica, para explicar el somos a partir del fuimos.

Romper con pensamiento único

La autonomía obliga a romper con el pensamiento único. Como menciona Pablo Casanova: “El pensamiento crítico impugna la sacralización laica de los textos y su uso para legitimar al Estado”[4].


Para Carlos Monsiváis, la autonomía universitaria engloba: “a) la capacidad de autogobierno; b) la independencia formal o real de la UNAM ante el Estado y los Presidentes de la República; c) el espacio entre el presupuesto otorgado por la Federación y las decisiones libres de la institución; d) la extraterritorialidad, en la práctica el rechazo de la entrada de la policía y, todavía más, del Ejército, a los planteles universitarios; e) la libertad de cátedra y de investigación; f) el auspicio de las libertades de expresión artística y cultural; g) la defensa de la voluntad de participación de estudiantes, maestros y autoridades en asuntos de la vida pública; h) la justificación a regañadientes de la ultraizquierda, o lo que de ella haga las veces, al explicar sus actos vandálicos; i) la noción de espacios de excepción en lo académico, lo cultural y, en situaciones de emergencia, lo político.” [5]

Asumiendo los elementos de libertad y participación de estudiantes en el concepto de autonomía (presentes, tanto en la visión de Monsiváis, como en las palabras de G. Casanova), ésta, dota a los estudiantes de los elementos de análisis necesarios para pensar en nuevos horizontes. Hablar de ella, es dilucidar nuevos caminos para librar el territorio pedregoso que actualmente existe.


Es obligación de la autonomía, no sólo formar estudiantes que critiquen, sino ciudadanos, que como decía Weber: “sientan la historia”, y pueden transformar los males que aquejan a su país. La autonomía en la actualidad

Como bien tercia Carlos Monsiváis: “La autonomía, en tanto que garantía de libertades del pensamiento y la disidencia, es un elemento indispensable, si no el de antes —en la medida en que la crítica es ya una decisión nacional—, sí el que requiere una institución amenazada por las fragilidades del presupuesto y defendida por su condición absolutamente necesaria en el país.”[6]


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Esto es indispensable aplicarlo a la actualidad, en donde están en riesgo los derechos sociales y las privatizaciones (incluida la educación) están a la orden del día.

A decir de González Casanova: “Las medidas de creciente irracionalidad y agresividad del sistema dominante y de las políticas neoliberales forman parte hoy de la necesidad de actualizar y profundizar la lucha por la autonomía universitaria.”[7]


Siguiendo con la línea de este pensamiento, es menester que los estudiantes ceñidos a la autonomía universitaria: “oigan, vean, piensen y tengan un sentido ético de la práctica humana de las tecno ciencias y un sentido histórico de las luchas de la universidad, de la Nación y de la humanidad. Esa constituye la especificidad de nuestra condición humana: estudiar y construir, crear la posibilidad de un mundo alternativo; rehacer el horizonte utópico en la sociedad y en la universidad, y acercarnos a él con la ética individual y colectiva como historia y política, como ingeniería de lo que todavía no existe, como sueño realizable al que tenemos derecho”.[8]



Referencias:


Monsiváis Carlos (2004), “Cuatro versiones de autonomía Universitaria”, Revista Letras Libres en línea. Disponible en: http://www.letraslibres.com/index.php?art=9978. Consultado el 25 de mayo a las 03:00 hrs.


González Pablo (2004), “La autonomía universitaria, hoy”, La Jornada periódico en línea, Disponible en:http://www.jornada.unam.mx/2004/10/12/018a1pol.php?origen=index.html&fly=1. Consultado el 25 de mayo a las 02:00



[1] González Pablo (2004), “La autonomía universitaria, hoy”, La Jornada periódico en línea, Disponible en:http://www.jornada.unam.mx/2004/10/12/018a1pol.php?origen=index.html&fly=1. Consultado el 25 de mayo a las 02:00 hrs.


[2] Por autonomía se entiende: “la facultad que el estado otorga a la universidad a través de una ley, para dictarse a sí misma las normas que rijan su organización y su vida interna sin la intervención de éste.””


[3] También debe considerar “la construcción de escenarios alternos, o dicho en otros términos, la conformación de otros sistemas más justos y democráticos.”


[4] González Pablo (2004), “La autonomía universitaria, hoy”, La Jornada periódico en línea, Disponible en:http://www.jornada.unam.mx/2004/10/12/018a1pol.php?origen=index.html&fly=1. Consultado el 25 de mayo a las 02:00 hrs.


[5] Monsiváis Carlos (2004), “Cuatro versiones de autonomía Universitaria”, Revista Letras Libres en línea. Disponible en: http://www.letraslibres.com/index.php?art=9978. Consultado el 25 de mayo a las 03:00 hrs.


[6] Ibid


[7] González Pablo (2004), “La autonomía universitaria, hoy”, La Jornada periódico en línea, Disponible en:http://www.jornada.unam.mx/2004/10/12/018a1pol.php?origen=index.html&fly=1. Consultado el 25 de mayo a las 02:00 hrs.


[8] Ibid

 
 
 

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