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Insignificantes

  • contratiempomx
  • 9 nov 2014
  • 2 Min. de lectura

Oliver Neoquínico.


Cualquiera se podría sentir así. Insignificante. Diminuto. Frente al Guggenheim, quién fuera, podría sentirse pequeño. Cualquiera se podría sentir un fracaso como Gorka, un dramaturgo que para sobrevivir cuidaba dos estantes de libros atrás del anaquel de champús de un Walmart. Un hombre sentado en una banca representándose a sí mismo en una obra mezclando universos del metateatro que, al lado de su amigo y director Sunday, habían acudido a Bilbao a madrear a un albino que fue contratado junto con un cajero de un Oxxo, después de anunciar que requerían a dos no actores para papeles principales, para montar una obra sobre el dramaturgo y el director, o más bien, basada en ellas, pero con tintes de ficción.


“Más pequeños que el Guggenheim”, se presenta en el Foro Shakesperare una breve temporada en el mes de noviembre. El 08 se presentó a las 19:00 y 21:00 horas, el 09 a las 18:00 horas, y las funciones restantes serán los sábados 22 y 29 a las 20:00 horas y domingos 23 y 30 a las 18:00 horas. Es una obra creada y dirigida por Alejandro Ricaño, y con las actuaciones de Adrián Vázquez, Austin Morgan, Hamlet Ramírez y Miguel Corral.


Gorka y Sunday, divagan filosóficamente sobre metáforas y refranes inconclusos o a la mitad, sentados en medio de una cadena de sucesos que desembocaban siempre en la insignificancia de sus vidas. Sunday, cuyo nombre verdadero es revelado en algún momento de la función, es un hombre pequeño, arquetipo del macho mexicano, malhablado y violento, que no hace más que acentuar su sexualidad reprimida, llega al colmo de la desesperación cuando los días no valen la pena como para ir a dormir. Sin embargo, es capaz de aceptar que es homosexual ocasionalmente de la colita.


Al, el albino, es el blanco fácil de las bromas y burlas de Sunday, con referencias hacia su madre y a su tono de piel, que busca incansablemente saber si hay un albino en la obra para poder participar.

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El cajero del Oxxo es un pobre tonto, pero tonto no de retrasado sino tonto, tonto, al que le ponen el cuerno y cuya escasez de coeficiente intelectual lo lleva a no darse cuenta absolutamente de nada. Se llama Hamlet, aunque se escriba mal su nombre y le hagan creer que en Inglaterra todos se llaman así. Cree que puede donar su médula espinal poniéndose un popote en el dedo.


Todos ellos coinciden en torno a la creación de la obra de Gorka, el dramaturgo desesperado que no deja de sentirse insignificante cuando deciden entrar a una convocatoria de jóvenes creadores, pero que vale rotundamente verga, en palabras de Sunday.


La crisis de los personajes comenzó después de que, por varios motivos que se van aclarando en la obra, Gorka y Sunday regresaron de un viaje infructuoso por España. Así comienza la obra, y así termina este artículo, con las palabras del director antes de irse de viaje: A chingar a su madre, pinche país de mierda.

 
 
 

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