La bala de: Francisco Javier Montaño
- contratiempomx
- 23 oct 2014
- 2 Min. de lectura
Manifestarse no es la única forma de hacer cosas para que el país cambie. Puede enojarnos soportar el tráfico que generan, podemos mojarnos, podemos argumentar que es lo fácil, lo efímero, lo mismo de siempre. Sin embargo, también puede significar una oportunidad para reafirmar nuestra preocupación e interés por otros sujetos, con deseos, sueños, intereses y actitudes que pueden ser muy distintos de los nuestros, pero con los que compartimos el derecho a hacerlos realidad, a crearlos y recrearlos. Por eso, en un mundo en el que el privilegio se disfraza de suerte y la hipocresía de realismo, salir a marchar, olvidarnos por un momentito de nuestros fines y decir que los otros también nos importan, vale toda la pena del mundo.
Por otro lado, vale la pena un ensayo hipotético: Las marchas no sirven. Una no sirve; dos menos. Pero hay que considerar que el impacto mediático de marchas, bloqueos, liberación de casetas e incluso un paro estudiantil generalizado pueden contribuir con un clima de opinión pública que traiga consigo, como en los días recientes, pronunciamientos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Human Rights Watch, Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
A su vez, puede ser posible que todo ello atraiga la atención del Parlamento Europeo y que 16 Eurodiputados pidan suspender el acuerdo global México-UE; o que a nivel nacional, el Parlamento Alemán cuestione la firma de convenios de seguridad entre los dos gobiernos, habida cuenta de la impunidad y corrupción reinante en los ámbitos institucionales en México. También podría pasar que, en el marco de la aprobación del paquete de reformas constitucionales, los inversores privados nacionales y extranjeros sí vieran comprometidos sus capitales en caso de invertir en un país en el que la gobernabilidad alcanza para quemar el palacio de gobierno de Chilpancingo.
Quizás, sólo quizás, salir a la calle sea una opción sin utilidad política clara. Pero también puede ser que, metidos en los árboles, no podamos ver el bosque.

**Francisco Javier Montaño es egresado de Comunicación Política (UNAM) y actual Editor general en Contratiempo MX.
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