Sexismo y cigarrillos: Crónicas desenganchadas
- contratiempomx
- 21 oct 2014
- 4 Min. de lectura
Por: Iván Trujillo Hernández

Llevamos metros de camino a casa. He chocado con siete mamones de apariencias más o menos siniestras (aunque cómicas) que se quieren poner chulos a plena calle para hacerla de pedo. "Fíjate, pendejo", a voz de pito, como si la pubertad les hubiese tomado por los huevos para toda la eternidad. Yo ni ganas de decirles, "préstame tu calle, pinche mamón", ni ganas de levantarles el dedo, ni ganas de seguir caminando, de ser sinceros. Ya es mucha pinche chinga tenerme enfrente y tenerme enfrente en un trabajo, mucho consumo de alma, sabes. Sólo un camino en silencio. Hasta parece que escucho de lejos esa de "arráncame la vida". Desde ayer no decía gran cosa, mucho menos a ella. Ya sabes, mi compañera. De ahí empezaron los problemas. Bueno, para ser claros, los problemas eran antes, ahora son pedos que van y vienen como arranques sin sentido. Uno de tantos es el sexo. A veces se quiere y a veces no. A veces no se levanta la riata. A veces llegas un mucho follado como para hacerle a la mamada; sinceramente, con la alimentación que llevo, no puedo aguantar un carajo... y eran de esos días donde eres ajeno a toda la calentura que pulula alrededor hasta que te quieren hacer partícipe en los juegos calientes. "Ven a la cama", decía. No, estoy puteado, estoy muerto en vida. Soy una pinche masa gris declarada que se inmiscuye en la rutina a su temprana edad. Un pseudohombre con las putas alas rotas. Y a pesar de tanta mierda, me gustaría hacerlo y me gustaría sacarte orgasmo tras orgasmo hasta sudar y terminar dormidos enrollados. Me gustaría verte contenta aunque esa posible descarga de semen signifique no tener energía para mi trabajo mierdoso de mañana. Me gustaría, pero no puedo. No puedo. Aunque diga lo que diga y haga lo que haga, mi voz es de juguete y a veces siento que mi pito igual porque eso significará que ella estará enojada y posiblemente sea una discusión que dure el doble de la cogida. Pero sencillamente, no puedo conmigo... es como una jodida batalla sexual donde soy la carnada y ya no me meto en más pedos. "No, estoy cansado y sólo quiero dormir... te amo", le dije y me caí. Ya sabes, con la esperanza de que entienda y no haga nada por mí mas que acostarse a descansar a mi lado. Y de ser sinceros, también sucede, pero en realidad eso es más cercano a un "me debes este palo", aunque de ver su cara ya prevengo que no es mi día de suerte, como si la suerte se marque por la respuesta de follar a huevo o dejarme dormir, qué putas ironías. "Ya, claro, para todos estás. Para todos tratas de hacer lo mejor, tus amigos, tu computadora, tu guitarra... y yo estoy aquí dispuesta a ti y tú me usas cuando quieres", me carraspea.
Y eso es nuevo. No sé si lo haya dicho en un infortunado uso de la sintaxis o porque de verdad lo ve así, pero me hizo sentir como un puto padrote machista. Y para obligaciones del de enfrente todos estamos por labor. Soy un cerdo machista. Ni puta idea. Pero algo sé sobre el sexismo: es la puta mierda más aguada de la tierra. Puto machismo, puto feminismo. Maricas feministas, machorras machistas. La puta guerra de sexos es una barrera social y mental. Es de idiotas. Es retrógrada, es un pinche acto troglodita combatir el machismo con el hembrismo y viceversa. Mientras haya un reclamo de poder por parte de cualquier bando, un séquito de pelmazos seguirá peleando sin sentido. Cada vez más mundano. Entiendo el desarrollo y la empoderación de la mujer en la sociedad. Ese feminismo político que luchaba por darle a la mujer el derecho a votar, el mismo que le daba un papel en sociedad como miembro activo de la misma, un gran movimiento que predece un cambio masivo para las mentes. Y ahora el feminismo lucha por dejar que las mujeres tengan axilas peludas y derecho a coger con quien sea... y yo, un puto macho opresor, me largo a dormir y a fumar.
"Como gustes", me subo a fumar un tabaco a la azotea. Me gusta fumar ahí cuando me siento jodido. Entre la mierda del perro y mis ideas me cuesta saber qué huele peor. Ni siquiera el tabaco inhibe ese hedor húmedo. En realidad, el tabaco no inhibe una mierda, pero todos fuman. Es un estatus enfermo y sin chiste, sólo te pone más pedo cuando andas pedo. Aunque ese estatus rompe la barrera del sexismo porque todos se creen la gran mierda fumando hasta que el vicio se inmiscuye por su sistema y la marcha para atrás cuesta que te cagas. Yo fumo por el efecto placebo ante la ansiedad y la debilidad. Pero cuando las cosas están jodidas no puedes sino fumar hasta mermar la garganta... si es que tienes para más vicio. Este de mi mano ya lleva varios minutos apagado. Cuando entro al cuarto la veo. Serena con la luz del faro que se cuela por la ventana. No estoy molesto con ella a pesar de sus ideas sobre el sexo o el banal feminismo del que hasta nos burlamos. Estoy molesto conmigo por no poder darle lo que desea, porque se ha ido enojada a la cama y me siento peor cuando me abraza somnolienta. Caray, no hay problemas cuando ambos decidimos reparar el daño, cuando sus manos me preparan deliciosas comidas, cuando reímos juntos. En especial cuando tenemos algo que está ausente del ojo público porque no necesitamos alardear de ello en puto Facebook. Sólo creo que esto es cuestión de comunicarnos, lo mismo que el puto sexismo y hasta el tabaco, como móvil de charlas. "Te amo", le ronco al oído. En las noches es como una plegaria. Ya no tengo cigarros y ya no podré dormir del todo. Aunque mañana quizá todo sea diferente. De cualquier modo, ya no puedo sentirme peor. Ejercicios de amor y odio. Fragmento.
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